~59~

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POV LAUREN

-Sofi abre la puerta.

- NO.

-Sofi déjame hablar contigo... Porfi.-Dije apoyando la cabeza sobre la puerta, esperando una respuesta de la peque. Pasaron unos minutos y decidí sentarme en el suelo a esperar.- Sofi, quiero que sepas que no me voy a ir sin antes hablar contigo, aunque sean dos minutos.

Sofi seguía sin hablarme y mucho menos abrirme la puerta. El cariño que tenía por Sofi era inimaginable y no me gustaba la idea de perderla, de que se distanciase.

Bajé corriendo hacia el jardín. Mi familia y Camila me seguían sin entender nada. Al llegar a la parte de atrás de la casa me puse a trepar, como si fuese un mono.

-¡¡¡¡POR DIOS LAUREN QUE TE VAS A MATAR!!!- Mi madre como siempre tan exagerada.

- LAUREN MADURA DE UNA VEZ. -La frase de Camz me hizo pensar. ¿Madurar? Creo que es este tiempo había madurado bastante y eso se reflejaba en que me desvivía por la niña que estaba en su cuarto enfadada cuando antes, no me sabía cuidar ni a mi misma.

- Camila... Créeme que he madurado.- Dije eso y seguí trepando mientras mis hermanos apostaban si me iba a caer o no y mi madre gritando como las locas. Esto último hizo que Sofi saliese por la ventana.

-¡¿¡¿Qué haces?!?!?

- He visto que estaba la fachada un poco sucia y se me ocurrió limpiarla... ¿A ti que te parece?

-Se me olvidaba que tenías superpoderes.- Su frase me derrotó ¿Podía ser más adorable?

-¿Me dejas pasar? Porfi. Casi me cuesta la vida y si bajo, tu hermana me mata.

-Vaaaale.

Entré en el cuarto y me senté en una silla frente a la cama donde estaba sentada ella.

-¿Por qué te enfadaste?

- No estoy enfadada sólo estoy triste...

-¿Triste? ¿Fue por mi culpa?

- Bueno... Algo así.

-¿Pero tu crees que yo te quiero hacer daño? Sofi... dime si lo puedo solucionar.

-Es que... ahora tú y Kaki vais a tener un bebé y yo... bueno...

-¿Tú que?- Ya me olía lo que iba a decir.

- Que ya no me vais a querer tanto y sobretodo tú, porque ahora vas a tener que jugar y mostrar tus superpoderes al bebé...

-Sofi... -Me dolía que pensase eso. ¿Cómo la iba a dejar de querer? Aunque fuese a tener aún a mi primer hijo o hija, Sofi era mi niña. Me levanté y la abracé, ella empezó a llorar. Me gustaba acariciar su cabecita, era algo que me relajaba y a ella también porque después de un rato dejó de llorar.

- No quiero que me dejes.

- Yo no te voy a dejar Sofi y me duele que pienses eso. Es cierto que Camz y yo vamos a tener un bebé y te convertirás en tía. Seguramente estaremos ocupadas en cuidar al bebé pero también estaremos ocupadas en cuidarte. Tu hermana te quiere un montón al igual que yo. Vamos a necesitar tu ayuda para cuidar al bebé  ¿Nos vas a ayudar?

-Si...- Dijo mientras se quitaba las lágrimas con su manita.

-¿Me das un super abrazo?

Y no tardó en dármelo y claro, era imposible quedarse fría con tal reacción y me emocioné. Tenía muchas ganas de ya estar en nuestra casa con el bebé y mi peque.

Estuvimos un rato más en la habitación, hasta que Sofi se calmar y luego bajamos junto Camila quien estaba preparando la merienda.

-¡Sofi! ¿Estás mejor?

-Lolo me dijo que no me ibais a dejar...

-¿Pero por qué te íbamos a dejar?

-Por... bueno es que como vais a ser mamás...

-Sofi... No seas tonta. Yo a ti te quiero igual que si fueses mi hija. No podría imaginarme crear una familia sin ti.

Nos quedamos en casa de mis padres hasta la noche, luego volvimos al apartamento que estaba lleno de cajas que serían transportadas en un futuro a nuestra nueva casa.

Sofi se había quedado dormida en el coche y como no, tuve que cargarla hasta su cama. Tenía un sueño demasiado profundo. Después de dejarla en la cama, yo me fui al baño a lavarme los dientes mientras Camz se ponía el pijama o eso creía yo...

-Mmmm me encanta como hueles.- Me dijo abrazándome por detrás mientras depositada subes besos por mi cuello.

-¿Puedo saber por qué estás aún en ropa interior? Vas a hacer que guisante se resfríe.- Acabé de lavarme los dientes y me di la vuelta para rodear con mis brazos a Camz y ahora también a guisante.

- Me gusta como me miras.

-¿Cómo te miro?

- No sé... es como si tu mirada me hiciese cosquillas por todo mi cuerpo. Me gusta que todos los días me mires y me digas lo guapa que estoy aunque sea mentira.

- Yo nunca miento. Para mi siempre estás guapa.

La morena saltó, agarrándose a mi cuello como si de un Koala se tratase y me besó. Como besaba... sus gruesos labios pasaron por mi oreja, luego por mi mejilla y acabaron en la comisura de mis labios. Ahí comenzaron una serie de pequeños besos que me provocaban cosquillas y ganas de arrancarle con mis propios dientes la boca.

- Yo te causaré cosquillas con mi mirada pero tú me provocas lo mismo con tus labios.

-¿Cosquillas?

- Si.

-¿Por todo el cuerpo?- Preguntó mordiendose el labio juguetonamente.

-Si. Por todo el cuerpo.- Contesté con la respiración algo acelerada debido a que Camila se había desprendido de su sujetador y me estaba quitando la ropa.

-Camz... estás... Dios

-Son las hormonas... Lauren...- Dijo frotándose contra mi mientras apoyaba su frente en mi hombro.

-Dime.

-Fóllame.

Claramente eran las hormonas las que habían tomado la situación porque en ningún momento me había imaginado a Camila pedir que la "follasen" pero no puedo negar que me excitaba y en segundos la llevé a la cama.

La despojé de la prenda que cubría su sexo, mientras ella se dirigía a la cremallera de mis vaqueros. Añadiendo otro gesto de liberación, los lanzó contra el suelo.  Completamente desnudas, nos besamos de nuevo; abrazadas, deslizaba mis manos por su cuerpo, disfrutando cándidamente de la suavidad de su curvas. Si vestida era toda una mujer, desnuda era una diosa a la que contemplar y alabar.

El contraste de su moreno con mi blanquecina piel solo aumentaba más y más mi excitación. Su mano bajó a mis muslos. Suspiré y bajé la mía entre los suyos; era suave y, a diferencia de mí, ella estaba muy mojada.

–¿Qué te pasa? ¿No estás excitada? –me preguntó decepcionada–.

–Me pones a mil, no sabes cuánto pero… No sé qué me pasa, lo siento. –le susurré al oído, intentando consolarla–.

–No te preocupes porque yo tengo para las dos –me dijo con decisión–.

Empezó a rozarse contra mí. Suspiré cuando noté nuestros labios conectados y su calor mientras ella me lubricaba. Sus gemidos acompañaban los espasmos; cada uno de ellos me encendía aún más. Se corrió y se tumbó sobre mí, agotada. Si las hormonas eran las culpables de lo que acababa de pasar no me importaría tener veinte hijos más. La abracé fuertemente mientras miraba al techo, procurando entender las sensaciones que acababa de tener. Y lo único que pasaba por mi cabeza era que quería más… mucho más.


Crying in the club (CAMREN ESPAÑOL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora