Capítulo 49

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Ese domingo me desperté casi a medio día. Vi que Hermione estaba tirada en su cama, aún con el vestido puesto. Lavender ya no estaba en el cuarto y Parvati estaba totalmente dormida. Antes de llegar al gran comedor me encontré con Cedric. Me estaba cansando un tanto de él.

- Hola - saludó secamente y supe que estaba enojado. Pasó a mi lado, lo que me extrañó porque Cedric siempre se quedaba hablando conmigo.

- Hey, ¿qué te pasa? - pregunté volteándome para verlo.

- ¿Qué me pasa? - se volteó y se acercó a mí. - ¿Tú qué crees que me pasa?

- Claramente estás molesto - reclamé.

- ¿Cómo no estarlo? Ayer no te despediste de mí.

- Esto no puede estar pasando - mascullé mientras rodaba los ojos. - ¿Es en serio, Ced? Tienes que estar bromeando. Además, ser mi novio no te da derecho de besarme cuando quieras y menos frente a alguien más - completé molesta.

- ¡Sería un pequeño beso!

- Pero no frente a alguien más. Hermione estaba muriéndose allí y tú querías besarme - repliqué.

- ¡Pero somos novios! - tomó mi mano y yo lo solté.

- Si vas a ser esa clase de novio, considero que es mejor que terminemos - dije dando un paso hacia atrás.

- ¿Qué clase de novio? - preguntó alarmado.

- Ya sabes, que crees que por ser tu novia soy de tu pertenencia - aclaré seriamente.

- No, Isadora, ¿qué dices? Yo nunca he pensado en eso - estaba serio.

- No me mientas, Diggory.

- ¿Me crees capaz de hacerle eso a alguien a quien quiero tanto? - dio un paso más hacia mí y pasó un mechón de cabello detrás de mi oreja.

- Cedric, deja de manipularme - retiré su mano y él sonrió satisfecho. - Deja las melosidades de una buena vez.

- Solo quiero demostrarte que te quiero y que no me gustó no despedirme de ti anoche - contestó dejando de sonreír.

- Exagerado - mascullé.

- ¿Crees que no te escuché? - preguntó sarcásticamente.

- El punto era que me escucharas.

- El punto es que quiero disculparme contigo. Mi comportamiento no fue adecuado - se disculpó dando otro paso hacia mí.

- Ya olvídalo... - dije pasando a su lado.

- ¿Te veré más tarde? - preguntó tomando mi mano suavemente deteniéndome. - Ya sabes, en la biblioteca.

- Está bien - asentí, me solté de su agarre y me alejé.

****

Nico quería verme porque me había pedido los diarios de nuestra madre. Eran cuatro cuadernos forrados de cuero con las memorias de Maria hasta su muerte. No sabía por qué Nico los quería pero se los llevé a la biblioteca.

Mi Razón de CambiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora