Capítulo 40

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Acababa de aceptar ser la novia de Cedric Diggory. Me gustaba y mucho. Tarde o temprano tendría que aceptarlo

- Escucha, nueva novia - dijo sonriendo.

- ¿Nueva? O sea que han habido varias antes - empezábamos mal.

- Sabes a lo que me refiero - trató de corregirse. - Tengo algo para ti.

- ¿Por qué?

- Porque es tu cumpleaños y porque me encanta regalarte cosas - contestó sonriendo.

- No tienes que darme nada - dije sinceramente.

- Calla y déjame ser feliz dándote un pequeño detalle - sonrió. - Acompáñame al castillo. Dejé algo preparado - me tomó de la mano pero yo lo solté.

- Cálmate, Cedric - dije refiriéndome a lo que acababa de pasar. - Somos novios hace menos de dos minutos.

- Pero me gusta tomarte de la mano - reclamó seriamente.

- Solo tomémonoslo con calma - asintió y caminamos hacia el castillo juntos.

Me guió hasta la biblioteca, entramos y me llevó al pasillo en donde estaban los libros de mitología griega. Se detuvo y me vio.

- ¿Y ahora qué? ¿Por qué estamos aquí? - el polvo hacía que me dieran ganas de estornudar.

- Cierra los ojos - ordenó pero no le hice caso. Me senté con las piernas cruzadas sobre el escritorio que estaba frente a las estanterías.  - Por favor - pidió y terminé obedeciendo.

- Esto es ridículo - sentencié tratando de no hacer trampa y ver lo que estaba haciendo.

- No, no lo es. A ti todo te parece ridículo - solo escuchaba que estaba moviendo los libros - No hagas trampa - me reprochó sabiendo que había visto lo que estaba haciendo.

- Ya me cansé de no saber qué es lo que estás haciendo.

- Ya, puedes abrirlos - dijo cuando estuvo de pie frente a mí. Estando yo sentada sobre el escritorio éramos de la misma estatura.

Abrí mis ojos lentamente y vi que tenía un pequeño paquete entre sus manos. Tenía un envoltorio de color azul oscuro con una moña plateada. Había sacado varios libros y los había dejado esparcidos por el suelo de la biblioteca.

- ¿Qué es esto? - pregunté sin moverme.

- Tómalo. Es para ti - me lo extendió. Lo tomé con mucho cuidado y lo examiné. - Ábrelo- pidió.

- Por la noche - dije recordando mi tradición.

- Quiero ver tu reacción cuando lo abras - reclamó emocionado.

- Pero siempre abro los regalos por la noche. Cuando estoy sola - aclaré y lo vi fijamente.

- Tráelos por la noche y ábrelos conmigo - pidió. Su idea no era tan mala así que me limité a asentir.

- ¿Se rompe? - pregunté tratando de no sacudir mucho el paquete.

- Es un tanto frágil. Solamente tienes que tratarlo con amor - sonrió. - Tengo otra cosa.

- ¿Otra? - ¿En qué estaba pensando Cedric?

- Sí - se dio la vuelta y de la estantería sacó un paquete más grande. - Este es un tanto extraño pero espero que te guste.

Mi Razón de CambiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora