Capítulo 27

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Me desperté a las siete y media y me quedé recostada en mi cama. No se escuchaba absolutamente nada y no había nadie despierto. Accidentalmente me volví a quedar dormida.

Tenía frío. Estaba de pie junto a una estatua. Alguien cayó de rodillas a mi lado retorciéndose de dolor. Entró otra persona con un pequeño bulto en sus brazos. El ambiente olía a muerte y sangre. Avancé hacia donde ellos estaban y para mi sorpresa Cedric estaba a mi lado. Ambos avanzábamos hasta que el bulto que el señor tenía en los brazos habló.

- Mata al intruso. A ella la necesito.

Entonces se escuchó un silbido y una segunda voz.

- ¡Avada Kedavra! - un rayo verde venía hacia nosotros y no sé qué pasó después, pero todo se puso frío.

Me desperté un poco asustada a las ocho en punto. Empecé a alistarme rápidamente, ya que odiaba que las personas fueran impuntuales. Me vestí, como siempre, con un pantalón negro, una chaqueta negra, una blusa negra y mis botas de siempre. Agregué mi anillo de serpiente y mi collar de hermanas.

Cuando llegué al campo eran casi las nueve y me sorprendió que Cedric y sus amigos apenas estuvieran llegando.

- Para la próxima les digo que lleguen a las siete para que estén aquí a las ocho - dije yo a modo de saludo.

- Buenos días Isadora - dijo John a modo de burla.

- ¿Cómo dormiste? - preguntó Cedric acercándose a mí.

- Bien - dije yo fríamente.

- ¿Qué quieren hacer? - dijo Joseph cambiando de tema.

- Vamos por algo de tomar - dijo Klaus por primera vez en el día sin dejar de verme.

- ¿Te parece? - preguntó John viéndome.

- Si - contesté yo desinteresada.

Caminamos hasta el restaurante al que me había llevado Cedric la primera vez que salimos. "Las tres botellas" o algo así.

- ¿Te recuerdas de este lugar? - preguntó Cedric con tono soñador.

- No soy tonta, Diggory. ¿Cómo olvidarlo?

- Isadora, no me refería a eso - susurró, ya que Klaus pasó a su lado. No le contesté y me senté en la mesa en la que estaban todos. Un mesero se acercó y cada uno pidió lo que quería. Todos terminamos pidiendo cervezas de mantequilla. Platicamos, o mejor dicho platicaron, sobre cosas variadas que realmente no me interesaban. Tomé el vaso de cerveza de mantequilla y tomé un poco sin dejar de escuchar lo que ellos decían. Empecé a tronarme los dedos de la mano izquierda hasta que John volteó a verme.

- No creo que esos sean de Henna - dijo él señalando mi mano. Me habían descubierto luego de varios años de tenerlos. Rayos.

- ¿Tienes tatuajes? - preguntó Cedric asombradísimo.

- Por los dioses, no es gran cosa - contesté restándole importancia.

- Son geniales - agregó Klaus tomándome la mano. La retiré rápidamente y lo fulminé con la mirada.

- ¿Qué significan? - preguntó Cedric interesado.

Mi Razón de CambiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora