NICHOLAS
Subí al taxi y le pedí que me llevara al salón Intercontinental, el hombre me miró por el retrovisor y elevó su ceja.
-Sabe cuánto le va a costar una carrera hasta ahí señor?-, se atrevió a preguntarme.
Acaso me había visto cara de no poderle pagar?, el dinero no es problema!!!.
Estuve a punto de contestarle mal al pobre señor que seguramente solo estaba haciendo su trabajo, fue ahí que me di cuenta que estaba demasiado nervioso y respire profundo.
-Si señor, usted tranquilo, solo lléveme ahí y muchas gracias-, le conteste amablemente.
El camino al dichoso salón fue más largo de lo que supuse, era lógico, todo muy al estilo de Sam, ella jamás hacia las cosas simples o fáciles para nadie.
Me fui pensando que le iba a decir en el momento en que la viera.
Hola Sam, estás muy bella... no!, eso estaría bien si la hubiera visto siempre, si no hubiera pasado nada entre nosotros.
Hola Sam, tenemos que hablar... nooooo!!!, por supuesto que no, eso la alarmaría y se pondría a la defensiva.
Hola Sam, vine a verte... no!, eso era más que obvio.
Dios!, porque Sam nunca me hacía las cosas fáciles?.
Al parecer había pensado en voz alta, a juzgar por la expresión que el chofer del taxi tenía y que yo pude ver por el espejo retrovisor... seguro pensaba que subió a un demente a su auto!.
Me sentía igual de nervioso que cuando le dije que la quería, en la isla, en la cama... basta Nicholas!, concéntrate!.
Cavile mil maneras de presentarme ante ella esa noche, estaba demasiado nervioso y eso se podía ver en la humedad de las palmas de mis manos. Busque el pañuelo que llevaba en el bolsillo del saco y me seque las manos, no podía dejar de pensar en que haría si ella no quería verme o hablarme... seguro me lo merecía por haber sido tan cabron con ella!.
El taxista se estacionó detrás de una Limusina que me hizo recordar las primeras veces que salíamos de fiesta con Sam. La vez que terminamos nadando en la piscina del edificio y por poco nos atrapa el portero era uno de los mejores recuerdos que tenía de las fechorías que hacíamos juntos... sin duda alguna éramos mejor juntos que cada uno andando por su lado!.
Nunca hubiera imaginado la cantidad de fotografos que había afuera del salón, tenían a alguien acaparado en la entrada. Me baje rápidamente del auto, le pague al taxista y me apresuré a ingresar al salón, lo último que quería era terminar siendo parte del festín que se estaban dando los reporteros ahí afuera.
En la puerta del salón me pidieron el boleto de entrada, lo saque de mi bolsillo y se lo pase a la chica rubia que se encargaba de recibir a los invitados, ella me miraba de arriba abajo con una sonrisa pícara... en otra ocasión le hubiera correspondido, pero ese día solo podía pensar en ella, en mi Sam.
La chica me dio una especie de máscara que cubría la mitad superior de mi rostro, estaba hecha de un material duro y era de color plateado brillante... perfecto!, así pasaría de incógnito.
Iba a entrar de lleno al salón cuando un fotógrafo me detuvo para tomarme la fotografía del evento, intente rehusarme pero dijo que era un requisito para todos los invitados y no tuve más remedio que permitirle que me la tomará... igual y con la dichosa máscara nadie me reconocería!.
El salón estaba demasiado adornado, había una especie de árboles sin hojas de color blanco con luces y había nieve artificial que caía suavemente alrededor de todo el salón, aquello era todo un espectáculo muy al estilo Samantha, todo ahí gritaba ella.

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CUANDO TE CONOCÍ @MiaRuzo
RomanceSamantha, una editora de revista de modas se muda a su apartamento de ensueño, todo parecía perfecto en ese lugar, incluyendo a su sexy vecino Nicholas. El problema es que nada es perfecto y resultó que su muy atractivo vecino en realidad no era lo...