Capítulo 4 - Deberías conseguirte otro bebé, éste se está echando a perder.

1.2K 103 35
                                    

Eran apenas las 10:13 a

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Eran apenas las 10:13 a.m. y de lo cansado que estaba Alde, tanto por lo ocurrido en la mañana como por que no durmió gran cosa en la noche, se quedó dormido, eso no le haría daño a nadie, ¿verdad?

01:47 p.m. 

— ¡Ah! —se levantó de un salto de su cama—. Sólo fue una pesadilla —se frotaba los ojos mientras bostezaba—. ¿Dónde rayos dejé al bebé? —continuaba adormilado.

Caminó a la cocina, antes tuvo que pasar frente a la puerta principal para llegar. Aquí lo único extraño que había, era que la puerta estaba completamente abierta. En realidad no le tomó importancia, dejaba la puerta sin seguro para que sus compañeros pasaran sin problema, pero nunca la dejaba abierta así tan descaradamente. Cerró, y sin más, siguió su camino.

En cuanto entró vio la canasta vacía.

— ¿Por qué no me sorprende? —ya estaba resignado a todo eso. Se giró y salió caminando del templo, no debía levantar sospechas.

Segundos después.

— ¡Vaya! ¡Aldebarán, te ves exhausto! —llamó la atención del brasileño que caminaba como zombie.

Volteó sin muchas ganas. Dio un profundo suspiro y forzó una sonrisa—. Hola, Milo, ¿qué haces por acá?

— Vengo de Rodorio y ahora voy a casa de Acuario.

— ¿Y eso? —dirigió una mirada pícara al alacrán.

— ¿Por qué siempre lo malinterpretan? —dijo molesto—. Sólo iré a entrenar con él. ¿Quieres venir? —sonrío.

— Esta vez no será, estoy, ocupado —veía a su alrededor buscando algo.

— ¿Qué buscas? —imitó a su compañero.

— Eh... «Sé que me arrepentiré de esto después». A-algo —trataba de no parecer desesperado ni nervioso.

— ¿Algo?, ¿como qué? —el de mayor estatura sólo se quedó callado— Alde, si no me dices qué es, no puedo ayudarte.

— E-es como de éste tamaño —hizo un ademán con las manos—, y en su mayoría es de color azul —sonrío nervioso.

— Bueno —arqueó una ceja—. Si lo veo te digo. Creo. «Está más raro de lo normal». ¡Adiós! —movió su mano como gesto y luego se fue. Pasando sin remordimiento la casa de Tauro.

— Esto no podría resultar peor —dijo para él.

Se encaminó hasta el área común de entrenamiento, ahí, habían algunos de sus compañeros, ninguno portando armadura.

— Luces cansado Tauro —escuchó el mencionado a sus espaldas.

— Lo estoy, Shura, lo estoy.

— Entonces no creo que estés en condiciones de entrenar —se acercó Sagitario a los otros dos.

12 hombres y un bebé (Caballeros Del Zodiaco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora