Capítulo 11 - Ella, ¿quién?

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Danzaba extrañamente el baile de la victoria, éste consistía en mover los brazos en diferentes direcciones y flexionar las rodillas—

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Danzaba extrañamente el baile de la victoria, éste consistía en mover los brazos en diferentes direcciones y flexionar las rodillas—. ¡Yo gané! ¡yo gané! —cantaba mientras se movía al compás. Se volvió hacia Milo—.¡En tu cara! —continuó bailando.

— Kiki, no creo que ese sea el mejor comportamiento —observaba extrañado a su alumno mientras alzaba una "ceja".

— No me lo restriegues en la cara, mocoso —decía resignado el octavo guardián.

— No es mi culpa que te burlaras de mi cuando dije que tendría los ojos púrpuras —ahora movía las caderas en círculos.

Suspiró profundamente—. Que molesto eres —meditó por un momento antes de continuar—. Pero, no te lo quedarás todo —sonrió triunfante.

Paró de bailar de inmediato—. ¿A qué te refieres? —lo observaba dudoso.

— Camus también votó por ese color —respondió Shura.

Comenzó a hacer pucheros, advirtiendo un posible berrinche—. No es justo.

— De todas formas es mucho dinero para ti solo. ¿Qué planeas hacer con el? —interrogó el lemuriano.

— Guardarlo —lo observó sonriéndole despreocupadamente.

—¿Para qué quieres guardarlo?

— ¿Por qué tantas preguntas, maestro? —cuestionó curioso.

— Creo que eso es obvio enano —contestó el bicho—. Eres demasiado chico para tener en tus manos tanto dinero. No tienes ni idea de cómo administrarlo.

— Y yo no creo que tengas idea de lo que significa esa palabra —Camus llegó, interrumpiendo la escena.

Los presentes rieron, excepto, claro, al que había sido ofendido.

— ¿No que estabas trabajando? —cambió de tema el de cabellos azules.

— ¿A caso trabajas? —preguntó un tanto sorprendido.

— ¿Crees que yo lo mantengo, Shura? —le respondió Milo.

— Tú fuiste el que quería que te mantuviera —se defendió el francés.

— ¿En qué trabaja señor Camus? —preguntó el menor inocentemente.

— Lo siento, no me siento cómodo contestando eso —miró neutro al niño.

— Shura —llamó su atención el de cabellos lilas—, es normal que trabajemos, no debería sorprenderte. Después de todo...

— No somos plantas para sobrevivir sólo haciendo fotosíntesis, necesitamos tragar —intervino el de Escorpio.

— Tampoco creo que sepas lo que es eso.

— ¡No te metas en mis asuntos, hielera!

— Camus, ya has ofendido demasiado a Milo —intervino Mu.

12 hombres y un bebé (Caballeros Del Zodiaco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora