Capítulo 37 - Mis estimados.

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— Gracias —actuaba enfadado

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— Gracias —actuaba enfadado.

— De lo que te pierdes —dicho eso se levantó de su asiento dirigiéndose a la cocina.

— ¿Dijiste algo? —habló desafiante viendo al otro alejarse.

— Que s-si tienes vegetales verdes—respondió nervioso.

— Más te vale Ángelo. No me quieres conocer enojado.

— Creo que tiene delirios de madre —susurró.

— ¡¿Qué?!

— Creo que no tienes vegetales verdes... ¿ma-madre? —sonrío falsamente al ver que el sueco entraba también a la cocina.

— He escuchado perfectamente todo lo que has dicho.

— Entonces, ¿para qué preguntas?

— ¡Tsk! ¿No deberías estar en guardia?

— Shion dijo que podíamos descansar de las guardias lo que resta de la semana.

— No escuché que lo dijera.

— Es porque yo se lo pregunté antes de retirarme.

— ¿Nadie más lo sabe?

— Sólo tú y yo.

— ¿No les vas a avisar?

— Avísales tú si tanto te importa.

— Y luego dicen que el raro soy yo, ¿qué te pasa?

— Tú fuiste el que dijo que eres raro —lo observó con molestia—. Creo que sabes perfectamente lo que me pasa.

— Pues, tal parece que tienes un revoltijo de emociones en tu estómago que no te deja en paz. De esas veces en la que por más que trates de enfocarte sólo en una no logras nada.

— No es sólo por la mocosa, ella estará bien pase lo que pase.

— ¿Entonces? —no comprendía lo que trataba de expresar su amigo.

— Es-s complicado —dirigió su vista a otra dirección para ocultar la mueca que se había formado en su rostro.

— ¿Más complicado que lo que me contaste antes? —alzaba una ceja mientras se acercaba a él con sigilo.

— Es que, últimamente me he sentido extraño y ni siquiera sé por qué —sintió un espasmo al momento que Afrodita colocó, sin aviso alguno, las manos sobre sus hombros.

— Si pudieses resumir tu sentir en un sólo sentimiento, ¿cuál sería? —mostraba tranquilidad en la mirada, no quería incomodar a su amigo por lo tanto le tendría toda la paciencia que necesitara.

— Y-yo —aún seguía sin verle a los ojos.

— ¿Por qué no me ves directamente? ¿eh? —delicadamente levantó por el mentón la cabeza del italiano con ayuda de uno de sus dedos índice, haciendo que lo viera.

12 hombres y un bebé (Caballeros Del Zodiaco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora