— ¡He terminado! —levantó triunfante al bebé.
— ¿Desde cuándo sabes cambiar pañales, Deathmask? —Shura se frotaba la barbilla en señal pensativa.
— ¡Qué les importa!
— ¡Quiero cargarla! —levantó la mano Milo.
— Aquí tienes —de inmediato, colocó a la bebé entre sus manos.
— ¿Qué te hizo pensar que era niño? —se dirigió Mu a Aldebarán.
— Mmm... Pues, tiene cara de niño, ¿no?
— Pero entonces, tienes que revisar la "mercancía" —se sentía frustrado Death con las tonterías que hacían y pensaban sus compañeros.
— ¿Cuál mercancía? —preguntó curioso Kiki.
— Una que trae por ahí. —contestó Aioros.
— Sigo sin entender —alzó una ceja.
— No es necesario que lo entiendas ahora. Después hablaremos de eso —le dijo Mu, tratando de mantener un tono calmado.
— Dile ahora. De todas formas en algún momento lo va a saber —decía despreocupado Milo mientras cargaba a la bebé.
Mu se acercó lentamente al alacrán, con una cara tan neutra que asustaba. Agarró del cabello a Milo, y llevó su rostro a un costado de la cabeza del griego, sus labios casi rozaban su oreja.
— Escucha animal, hay cosas que un niño de cuatro años no necesita saber. Es frustrante quedarse sin ideas para responderle a preguntas tan extrañas que hace, como para que me vengas a causar más problemas de los que ya tengo —soltó su cabello.
— Está bien. Yo sólo decía —tragó saliva un poquito espantado.
— Mejor no digas nada —le sonrió Mu.
— ¿Bien?, y ¿cómo se llamará ahora? —preguntó Aioros.
— ¿Por qué no Fernanda? —sugirió Shura.
— Habiendo tantos nombres interesantes para niñas, y ¿prefieren cambiarle una letra al antiguo nombre? —se escuchaba a Deathmask enfadado.
— Entonces, ¿qué propones? —habló Alde.
La bebé comenzó a hacer pucheros y gestos que hacían ver que buscaba alimento. Milo sintió esto.
Dirigió su vista hacia ella—. ¿Qué me estas buscando? —la niña comenzó a succionar con el propósito de obtener un poco de leche—. ¡Aguanta tantito! ¡Todo a su tiempo! —rápidamente la alejó lo suficiente de él.
— ¡Tonto! Está buscando comida. No te emociones. decía el de Cáncer.
— ¡Oh sí! Eh comprado biberones y fórmula —se apresuró a ir a la cocina. Fue seguido por todos los chismosos.
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12 hombres y un bebé (Caballeros Del Zodiaco)
Hayran KurguHa llegado un singular intruso al Santuario, le sacará canas verdes a más de un caballero de oro. No se sabe de dónde viene ni a quién pertenece, y menos si se irá o permanecerá a su lado, ¿lo averiguarán en algún momento?, ¿quién podría saberlo? ...