— ¡Aquí está, señor! —gritaba aparentemente a la nada, adentrándose al bosque.
— Bien hecho —apareció detrás en cuanto ella detuvo su caminata.
La pequeña, asustada, no sabía a quién dirigir su mirada: a la mujer, que ya a estas alturas era obvio que no era su madre; o al hombre encapuchado y cubierto de media cara que le veía con palpable odio. Sus ojos se aguaron y un leve puchero apareció en su sonrojado rostro.
— ¿Quiere sostenerla? —la acercó ligeramente al sujeto quien de inmediato dio un paso atrás gruñendo.
— ¡¿Estás loca?! ¡Nunca tocaría a ese bebé! ¡Para nada es digna de mi! —cruzó sus brazos sobre su pecho y le observaba plúmbeo, preguntándose el porqué consideraban tan especial a una cría humana tan insignificante.
— ¿Q-qué sigue señor? —titubeó un poco si preguntar o no.
— Sígueme —un chasquido y un portal rodeado de humo negro e inodoro apareció a su costado izquierdo, entró seguido de cerca por la rubia.
— Este lugar... —abrió los ojos sorprendida al darse cuenta del lugar en el que estaban.
— Así es —sonrió a pesar de no lograrse apreciar por estar cubiertos sus labios—. Aquí, nadie podrá salvarla —alzó los brazos triunfal.
— P-pero señor... Dijo que esperaría a que por lo menos supiera andar —estaba nerviosa.
— Nuestro amigo tiene hambre... Tú elige —se acercó tan rápido y tan aterrador que le hizo pasar saliva. Estaba a un tris de tocar la nariz con la suya—. ¿Qué se coma a una humanucha rubia y sin chiste alguno?... —le vio insignificante—. ...O, ¿a la humanita pelinegra que al igual que tú, no tiene chiste alguno?
— ... —en ese momento estaba sudando frío.
¿Y la niña?, les mentiría si les dijera que se encontraba como si nada, su puchero desapareció, pero sus ojos se veían hinchados y rojos igual que sus mejillas, estaba asustada, y por alguna razón... no había derramado ni una lágrima desde el momento que fue raptada.
— ¡Vamos! —cortó con el silencio en el lugar—. Si no decides ahora mismo, las dejaré a las dos —sus cejas estaban completamente fruncidas, parecía que en cualquier momento se fusionarían en una.
— E-ella —respondió ahogadamente.
— Bien. Ahora... ¡Entra ahí y déjala a no menos de treinta metros de la entrada! —señaló con un dedo la dirección.
— P-pero...
— No te ocurrirá nada. Está dormido ahora mismo, pero sal de ahí pronto si no quieres ser el aperitivo.
— ¿C-cómo regresaré?
Suspiró pesado y molesto mientras colocaba una extraña y pequeña esfera cristalina cuyo interior se veía lleno del humo que desprendía el portal que antes habían usado—. Arrojala hacia el suelo cuando vayas a irte, ¡y no permitas que nadie más la cruce!
— S-sí s-señor.
Dicho aquello, el hombre se esfumó del lugar.
...
Antes de salir, revisó con la vista por última vez si no faltaba nadie. Llevaba al hombro a un hombre de la tercera edad y en su brazo contrario a un niño de no más de siete años, ambos inconscientes, y salió veloz por una de las ventanas, cayendo como si nada sobre la arena de la calle.
— ¡Los ha salvado! —se escuchaban gritos entre la multitud de personas que se acercaron, ya sea por curiosidad o por preocupación.
— ¿Alguno sabe si habitaban más personas en esa casa? —inconscientemente buscaba con la mirada a una persona en particular.
— Solo eran ellos dos señor —respondió una joven—. También vive ahí la madre del niño, pero se encuentra fuera en este momento.
— Bien —puso a ambas víctimas en brazos de algunos presentes, que parecía, se harían cargo de ellos.
Un poco de nieve salida de sus dedos y las abrazadoras llamas que consumían feroces los restos de madera fueron decayendo.
Teniendo ya a todos fuera de peligro, regresó al lugar exacto en donde había dejado a quien más amaba y a Galena, no estaban, y eso de inmediato lo alarmó, buscando como loco alrededor sin ver a ninguna de las dos.
— ¡Demonios! No de nuevo —caminó sin dirección alguna preguntando a todo el que se le acercara.
— ¿Camus? —el galo chocó con él sin darse cuenta—. ¿Por qué te vez tan ansioso y preocupado? —posó sus grandes manos en los hombros del de cabellos aguamarinas.
— Se la llevó —dijo al mismo tiempo que soltaba un suspiro de remordimiento.
— ¿Quién? —de inmediato supo a lo qué de refería.
— S-su madre.
— ¿Por qué? —sacudió con desesperación a su compañero.
— Es muy largo de contar. Ahora lo importante es encontrarlas. He estado preguntando, pero nadie las ha visto.
— Separémonos entonces. Y preguntemos a más personas.
Sólo asintió y se dispuso a seguir con la búsqueda.
En el centro, oscuro y húmedo se hallaba la gran bestia sumida en un profundo sueño, sueño que parecía comenzaba a perturbarse debido al tenue aroma que llegaba a su nariz, ¿qué era?, olía dulce, jugoso, olía a nuevo y a joven, olía a tierno y apetitoso, tan apetitoso que fácilmente lo hizo comenzar a babear cuando incluso aún no había despertado... Sí, olía a carne, carne que parecía ser de la mejor, se moría por probarla, por saborearla y numerarla en su lista imaginaria de mejores carnes que ha probado a lo largo del tiempo, seguro sería de las primeras. Despertó.
Mugió hambriento y extasiado por aquello, esa suculenta presa, la encontraría y comería sin importar qué, después de todo estaba en su laberinto, suyo, nadie entraba sin su consentimiento, y si lo hacían nunca salían, porque siempre tiene hambre, siempre quiere más y ahora mismo así es. Ya puede sentir el olor más fuerte, está cerca.
...
— ¡¿En serio?! No puedo creer que me hagas hacer esto, ¡maldito dios griego!, por eso los odio a todos y cada uno —rechinó los dientes y apretó los puños. Acomodó un poco la venda en sus ojos y fue directo a donde estaba el caballero de mayor tamaño.
¡Hello!
Espero que los hayan disfrutado.
Seré sincera, estaba escribiendo un especial de navidad, pero eso fue a mediados de enero :D, y no lo he terminado, no tiene sentido que lo publique ahora, tal vez para la siguiente navidad.
!Uff! Nos leemos el siguiente, hasta la próxima. :)
ESTÁS LEYENDO
12 hombres y un bebé (Caballeros Del Zodiaco)
FanficHa llegado un singular intruso al Santuario, le sacará canas verdes a más de un caballero de oro. No se sabe de dónde viene ni a quién pertenece, y menos si se irá o permanecerá a su lado, ¿lo averiguarán en algún momento?, ¿quién podría saberlo? ...