Capítulo 47 - Otra vez.

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Un pantaloncillo amarillo y corto y una pequeña blusa con el dibujo de un gato después

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Un pantaloncillo amarillo y corto y una pequeña blusa con el dibujo de un gato después...

— Pequeña. Nosotros dos sabemos que tú razonas más que Milo, sobretodo cuando una tonta idea le taladra la cabeza de vez en cuando. ¿Por qué no hacer nada para detenerlo?, ahora está en cama inconsciente, quién sabe por cuánto tiempo. Sé que es su escarmiento, pero también pudo haberse evitado de alguna forma.

— P-pa —contestó luego de retirarse el pulgar de la boca.

Sonrió un poco al darse cuenta de lo que estaba diciendo—. No es tu responsabilidad, él es quien debe hacerse cargo, después de todo fue su idea —caminaba entre la gente con la infante sostenida por uno de sus brazos.

Se había convencido hace un par de minutos que el mejor lugar para desayunar era el único restaurante que existía en el pueblo, y era a donde se dirigía en aquel momento.

...

— Buen día —saludó serio al mesero extrañamente parecido a alguien que conocía de años—. ¿Por qué esa cara? —preguntó curioso al ver la mueca que tenía el castaño, quien desde que los vio llegar acercó una silla para bebé a la mesa donde supuso que tomarían asiento.

— Terminaré temprano mi turno —casi rechinó los dientes.

— ¿Eso no debería ser bueno? —decía eso mientras colocaba a la niña en su silla de madera.

— Lo sería. Si no me fueran a poner en el puesto de Milo... Otra vez —de uno de sus bolsillos sacó libreta y pluma—. ¿Qué van a ordenar? —forzó una sonrisa.

— Jmm... Imagino que no te pagarán extra —sonrió de lado por un segundo.

— De hecho, van a descontarme sueldo por "salir temprano" —hizo comillas con las manos al mencionar lo último.

— ¿No te parece que tu hermano exagera un poco?

— A mi me parece que exagera un mucho, pero dice que no tendrá preferencias, y menos con su hermano menor.

— Entiendo que quiera hacer algo así, pero parece que eres al único al que explota de más.

— Ya qué —suspiró—. ¿Qué desean ordenar? —volvió a preguntar.

— Dos desayunos del día por favor.

— ¿Le darás vino a la leoncita? —la señaló con la punta de la pluma mientras ella le observaba entretenida.

— En lo absoluto. Para ella, que sea algún jugo.

— El de manzana es su favorito —respondió mientras anotaba la orden en una hoja de su libreta.

— Lo sé. Cada vez se parece más a Escorpio —respondió con un dejo de molestia.

— ¡Ja! Ustedes dos parecen un extraño matrimonio.

12 hombres y un bebé (Caballeros Del Zodiaco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora