Capítulo 43 - Tomar té.

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Como era su costumbre a medio día, se dedicaba un pequeño momento de descanso en el que se sentaba a la mesa de su diminuto comedor o aprovechaba la comodidad de su sofá mientras bebía su té, anhelado por muchos y disfrutado por pocos

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Como era su costumbre a medio día, se dedicaba un pequeño momento de descanso en el que se sentaba a la mesa de su diminuto comedor o aprovechaba la comodidad de su sofá mientras bebía su té, anhelado por muchos y disfrutado por pocos. Por un momento pensó que así podría describirse, pero, ¿por quiénes podría ser anhelado?, es una idea cómica a su parecer, incluso un poco tonta.

Y de pronto, llegó sin aviso alguno, el único ser que formaba parte de "los pocos que lo disfrutaban", hablando en un ámbito en particular.

— Buenas tardes —por poco y tartamudeaba las palabras, pero logrando no hacerlo sólo las pronunció con un dejo de nerviosismo—. ¿A qué se debe tu visita compañero? —sonrió cálidamente a su contrario.

— ¿Se encuentra Kiki?

— N-no. Desde temprano fue con Shura para ayudarle a cuidar a la niña, supongo que regresará tarde, ¿por qué?

— He venido a tomarte —como se le acostumbraba verle, su expresión era neutra y su voz tranqulia, casi podría decirse que estaba serio.

— ¿A tomar té? —de inmediato se levantó de su lugar para, casi al instante, señalar la silla junto a él—. Toma asiento en lo que traigo otra taza —dijo cordial. Fue detenido por el brazo antes de dar un paso más—. ¿Qué ocurre? —le observó preocupado, pues la expresión del otro no le decía nada y hasta ese momento, no le había visto a los ojos desde que llegó.

Parpadeó un poco, alzando la vista después y viendo fijo los orbes verdes del lemuriano. Su mirada reflejaba un tanto de sentimientos positivos, que mezclados no sabía cómo llamarlos, no lo había visto jamás en su rostro, también llevaba pintada una media sonrisa, que a cualquiera derretiría, pero estaba seguro que sólo se la podía dedicar a él—. No me has entendido —sonrió aún más—. He dicho tomarte no tomar té, aunque no te rechazaré la oferta, el té que preparas es delicioso... Como tú —mencionó lo último en un tono más bajo.

Al entender la indirecta directa, su pálida piel se tornó rojiza y sus ojos se mostraron muy abiertos.

Sí, era cierto que llevaban ya varios encuentros íntimos, que ya conocían cada parte del otro como si fuera su propia piel, pero simplemente las actitudes de su camarada nunca han sido tan obvias, siempre fue directo, pero era muy raro que se insinuara, prácticamente siempre era el lemuriano quien lo proponía o coqueteaba para llamar su atención.

— Y-yo —no sabía qué rayos responder.

— Tranquilízate —tomó la barbilla del menor para amacizar su rostro y besó su mejilla con ternura—. Que sí muerdo.

— ... —con los ojos aún bien abiertos, no sabía si quedarse para que pudiesen compartirse o ir a su cocina por una taza extra—. Ya no quiero mi té, bébelo tú —dijo casi robótico.

— ¡Ja, ja, ja! —rio sonoramente, sacando de su trance al lemuriano.

— ¿D-de qué te ríes?

12 hombres y un bebé (Caballeros Del Zodiaco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora