Capítulo 57 - Hablemos sobre no hablar con extraños.

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— ¡¿Pues qué demonios estabas haciendo como para que se te perdiera de vista tan rápido?! —regañaba el menor de los castaños mientras buscaba preocupado a la infante

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— ¡¿Pues qué demonios estabas haciendo como para que se te perdiera de vista tan rápido?! —regañaba el menor de los castaños mientras buscaba preocupado a la infante.

— Seré sincero —hizo una pausa esperando a que su hermano se girara a verle—. Ya llevo varios días en los que me sorprendo a mí mismo muy pen...

— ...dejo —completó molesto su hermano.

— Pensativo —corrigió.

— Aún así. ¡Nuestra prioridad es Belén! ¡Después puedes pensar todo lo que se te venga en gana! —se acercó amenazante al mayor—. ¡Aldebarán te meterá el gran cuerno por donde no te da el sol! ¡Afrodita igual, con sus rosas! ¡Recibirás a Antares en todo su esplendor también! ¡Camus te congelará hasta las ideas! ¡Mu te encerrará con los muros de cristal para que no escapes! ¡Shura te castrará con Excalibur! ¡Y al final de eso, Death te enviará a Yomotsu mientras agonizas! —estaba enumerando todo con los dedos.

Pasó saliva un poco nervioso— Tienes mucha imaginación. ¿Y tú qué vas a hacerme? —se cruzó de brazos esperando una respuesta.

— Me sentaré a disfrutar de toda la función mientras como palomitas acarameladas —habló con una sonrisa en el rostro.

— Qué buen hermano eres.

— ¡Eso es lo menos que mereces por ser tan despistado! —sacudió por los hombros a su contrario, desesperado.

— ¿Qué es castrar? —escucharon una inocente vocesilla que provenía de las gradas, ellos se encontraban en el centro del área de entrenamiento.

— ¡Ahí está! —gritaron ambos para después casi lanzarse hacia ella.

— Leoncita, no sabes lo preocupado que estaba por ti —la abrazó tan desesperadamente que por poco y la estrujaba.

— Tu cariño me asfixia —habló entrecortado debido a la falta de aire.

— Ya no dejaré que te juntes con Milo —la soltó, dejando a la menor parada sobre el peldaño en el que segundos antes estaba.

— ¿Por qué te fuiste de repente, enana? —habló más relajado Sagitario.

— Me aburrí, y tenía sed —levantó los hombros mientras hacía un puchero.

— Me hubieras dicho.

— Te lo dije.

— Te dije que eras muy despistado —sonrió triunfal.

— ¿Hablaste con alguien que no debías, muchachita? —cambió de tema el arquero.

— Tal vez —rodó los ojos fingiendo demencia.

— ¿Quién fue? —los dos hermanos se cruzaron de brazos al mismo tiempo.

— Nadie.

— Belén —regañó Aioria.

12 hombres y un bebé (Caballeros Del Zodiaco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora