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Sorpresa era lo que menos sentían en esos momentos. Miedo, confusión, dudas, ganas de huir, vergüenza y muchas otras emociones recorrían a las cuatro personas que se miraban entre sí con los ojos bien abiertos.
Cecil miraba a Edna y a la joven intercaladamente, tratando de asimilar el hecho de que su hermana estuviese encerrada en su casa con una jovencita semidesnuda, de la cual no quería que ellos supiesen nada.
Luke, en cambio, miraba a la joven con los ojos entrecerrados y una mirada cargada sospecha, dispuesto a descubrir qué era ella en realidad. Porque estaba seguro de que no era una hellaveniana común y corriente. Podía sentirlo. Algo dentro de él le decía a gritos "ella no es normal. Ella está escondiendo algo" pero no podía descifrar qué era.
Quitó a Edna y a Cecil de su camino y se adentró en el poco iluminado vestíbulo de la casa, donde una temblorosa Anne miraba la escena. Edna le había dicho horas antes que nadie debía verla, que estarían en problemas si eso sucedía, y por el miedo que veía en los ojos de la mujer, supo que las cosas no irían bien de ahora en adelante.
Cuando se dio cuenta de que el joven caminaba hacia ella y pudo ver sus ojos, supo que no sería para nada bueno, pero no podía moverse de su sitio. Quería correr, huir de él, pero estaba estancada en ese lugar, esperando la explosión que vendría con la llegada de Luke.
Este, por su parte, reparó en el tenue brillo de la piel de la joven; el aroma dulzón de su piel, el cual le llegaba con intensidad a pesar de que los separaban unos cuantos palmos; el tono sonrosado de sus mejillas y también reparó en el calor de su piel al frío tacto de sus dedos sobre la piel de su brazo izquierdo cuando estiró la mano para tocarla.
Ahora sí que estaba sorprendido. Esa chica semidesnuda, con apariencia frágil y desprotegida, no era más que una terrana. Una terrana viva en ese oscuro mundo plagado de muerte y sombras.
Edna, cuando salió de su estado de sorpresa y pudo soltarse del agarre de su hermano, entró a la casa dispuesta a impedir que Luke le hiciese algo a Anne, cualquier cosa, pero este la detuvo con una pregunta:
— ¿Qué hace una terrana aquí? —Su voz fue grave, profunda, cargada de una inhóspita rabia que golpeó a cada uno de los presentes de una forma diferente.
Anne se encogió de miedo por lo que él pudiese hacerle. Edna se sorprendió al escucharlo; Luke nunca había utilizado ese tono de voz para hablar con ella. Es más, nunca se habían enfrentado a pesar de que él, constantemente, discrepaba con sus opiniones. Él era su compañero de trabajo, su subordinado encima de eso, por lo que le debía respeto. Pero, al parecer, el respeto se lo había metido en el bolsillo esa noche porque estaba dispuesto a encararla y a contradecirla cuantas veces fuese necesario.
Cecil, en cambio, cuando hubo salido de los brevísimos instantes de asombro en los que había caído al escuchar a Luke, soltó una alegre carcajada (después de un suspiro de alivio) que pareció cortar por la mitad la tensión que reinaba en el lugar y el cruce de miradas entre Edna y Luke, los cuales giraron la cabeza para mirarlo con una ceja arcada.
Lentamente, mirando a la chica desde todos los ángulos posible, se fue acercando alegremente hacia una más que confundida y asustada Anne.
—Con que una terrana, ¿huh? —Canturreó con una gran sonrisa que Anne no supo descifrar, mientras seguía inclinando la cabeza de un lado al otro para verla mejor. — ¡No lo puedo creer, Edna! ¿Encontraste a un terrano vivo y no nos llamaste para que lo conociéramos? Que mala hermana eres. Y yo que pensaba que tu y esta chica… —Volvió a reír, completamente divertido.
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La Premonición
FantasíaAnne no podía quejarse. Tenía unos padres maravillosos, un novio que la quería y hacía cualquier cosa por ella; le iba bien en sus estudios y estaba a pocos meses de graduarse como Diseñadora de Modas. Anne era feliz con su vida tal cual estaba y no...