Capítulo 33 - Inicio

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Cuando Luke abrió la puerta de su habitación se llevó un susto que lo hizo trastabillar un paso hacia atrás y llevarse una mano al pecho, al encontrar a Leus parado justo en la pared de enfrente, esperándolo. El hombre tenía la mala costumbre de aparecerse frente a él de esa forma, ocultando de alguna manera su magia para que Luke no pudiese sentirlo. 

El joven estaba seguro de que lo hacía a propósito, porque la idea de que el travieso y malvado Leus que él había conocido se hubiese reformado nunca iba a pasarle por la cabeza. 

Leus disfrutaba demasiado torturando a la gente, y aunque ya no molestaba a Luke como lo hacía en un principio (y Luke le daba gracias a todos los dioses por este hecho. No podía imaginarse resolviendo esa situación con Leus acosándolo como si fuese un adolescente guiado por las hormonas), disfrutaba haciéndole bromas y trucos como ese. 

—Oh, lo siento. ¿Te asusté? —Luke sólo le dedicó una mirada cargada de desdén, ignorando por completo la expresión alegre de su rostro. 

A veces se preguntaba de dónde había sacado la paciencia para tolerarlo durante todo ese tiempo. Quizás se debía al hecho de que Leus era la única figura casi paterna que había tenido a su lado. Cecil no contaba, porque era demasiado joven para ser su padre, y porque toda la vida había tratado a Luke como si fuese su hermanito menor. 

Leus, bromas y quejas aparte, se preocupaba por él y estaba pendiente de la más mínima cosa que le pasase al joven. Al principio había sido algo abrumador el tener a alguien —aparte de Anne— tan pendiente de él, pero con el tiempo se fue acostumbrando, empezando a notar los pequeños detalles que hacían que ahora Leus le gustase (cuando no se comportaba de esa manera, por supuesto) lo suficiente como para no amenazarlo con su Don.

— ¿Hace cuanto tiempo que llegó? —Preguntó,  mientras guiaba al hombre hacia el salón. 

Leus seguía sonriendo, satisfecho por haber asustado a Luke dos veces en una misma noche, prácticamente saltando mientras caminaba a su lado. Ese hombre podía llegar a ser muy infantil a veces. 

—No hace mucho. No me parece divertido esperar. 

Pero sí le parece divertido el casi provocarme un infarto, ¿verdad?, pensó Luke, haciendo un mohín, mirándolo de reojo. 

Cuando llegaron al salón, Leus se lanzó hacia el sofá como si la casa fuese suya y no le importase en lo más mínimo lo que Luke pudiese decir o pensar al respecto. Pero tuvo que ponerse de pie inmediatamente, con un chillido bastante femenino saliendo de sus labios, casi cayéndose del sofá mientras lo hacía, cuando se dio cuenta de que éste estaba empapado de agua. 

Luke no pudo evitar burlarse de él abiertamente, riendo como si eso hubiese sido lo más divertido que había visto en siglos, lo que al hombre no le había causado mucha gracia. Se acercó a él lentamente, riendo por lo bajo.

— ¿Dónde está Anne? —Preguntó el mayor. 

Estaba de pie al lado del sofá, poniendo mala cara mientras veía a Luke secarlo a él y al sofá sólo pasándole la mano por encima, a unos cuantos centímetros de distancia de su cuerpo. Cuando Luke terminó, el hombre volvió a lanzarse al sofá como si nada hubiese sucedido.

—Yo vine a verla exclusivamente a ella, no a hacer el ridículo para entretenerte. —Musitó, mientras Luke se encargaba de deshacerse del rastro de agua y lodo que habían dejado Anne y él a su paso por el salón.

— ¿A qué se debe que esté de tan mal humor? Cuando fue a molestarme al trabajo parecía muy tranquilo y feliz. —Giró la cabeza para mirarlo, su rostro cubierto por una máscara de falsa incredulidad. — ¿No me diga que tiene que ver con el hecho de que lo obligué a trabajar?

La PremoniciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora