Capítulo 21 - El Centro

206 10 0
                                    

                            X

Luke tenía que admitir que la mayor parte del tiempo no comprendía a Cecil. Para él, el hombre era bastante fácil de leer en ocasiones, siendo todo amabilidad y sonrisas, demostrando siempre como se sentía. Pero había veces en las que incluso para Luke, que pensaba conocerlo bien, era difícil saber qué era lo que pasaba por la cabecita rubia de su amigo.

Y toda esa situación de "te conozco pero no entiendo qué rayos pasa contigo hoy" se debía al hecho de que Luke quería ir al Oráculo y Cecil se había encargado de ponerle mil excusas y de decirle que hiciese mil cosas más, para terminar con un "no vas a ir a ningún lado. Punto." saliendo de sus labios. Luke no entendía el por qué de su reacción.

Y podía ser muy perceptivo, podía ser una persona capaz de adivinar fácilmente lo que sucedía a su alrededor sólo con un breve vistazo al entorno, pero en esta ocasión Luke no estaba como para interpretar la insistencia de su amigo o la mortificada expresión de su rostro. Estaba ofuscado, cansado y aburrido de toda la situación, por lo que ponerse en plan deductivo no estaba entre su lista de cosas por hacer.

Además, ir a la Casa Dorada no era nada del otro mundo, por lo menos para él. Era bienvenido en ese lugar, podía ir cuantas veces quisiese, tenía a quien visitar, y lo más importante, no era la primera vez que ponía un pie allí, por lo que no entendía la reacción de Cecil.

Al principio, se había detenido a buscar una razón lógica que explicase la extraña reacción de Cecil —cuando no había estado a punto de arrancarle la cabeza—, mientras su amigo se paseaba una y otra vez frente a él como una forma de decirle que no iba a ir a ningún lado mientras él estuviese de guardia, pero la búsqueda había sido en vano.

Luke se puso de pie con un gesto que decía claramente "al demonio" y se dirigió a la salida, ignorando a Cecil, y de paso, quitándolo del medio.

— ¿Tú a dónde crees que vas?

—Me voy de aquí. —Su tono de voz fue rotundo y no daba paso a peros. Pero Cecil, testarudo al fin, hizo caso omiso de eso.

—No, tú no vas a ningún lado. No mientras yo esté aquí.

—Dos cosas, Cecil: —Luke se giró un poco para mirarlo, y le lanzó una mirada glacial. —que yo sepa, hace mucho tiempo que dejé de necesitar niñera. —El hombre pareció ofendido por el término, o quizás fue el hecho de que no pudo soportar un segundo más la mirada de Luke, porque dio un paso hacia atrás, soltando el brazo por el que lo había detenido en el proceso. —Y segundo, tú no eres quien para decirme a dónde tengo que ir o cuando puedo salir de mi casa.

Sus palabras fueron rotundas y no daban paso a ninguna réplica. Y aunque Cecil era mayor que Luke por unos buenos diez años, el hombre no hizo ni dijo nada para detener al menor porque sabía que llegados a ese punto no iba a poder hacerlo.

Luke siempre había sido así, independiente, del tipo de personas que sólo acataban órdenes cuando estas venían acompañadas de razones lógicas y una orden directa de alguien más poderoso que él. Y como Cecil no le había dado una cuando había comenzado con su plan "cero visitas al oráculo", no tenía pensado soportarle ninguna tontería más. Y Cecil debía admitir que estaba sorprendido de que Luke no hubiese actuado antes.

Con un suspiro cargado de frustración, el Transmutador se cruzó de brazos y le preguntó:

— ¿Por qué tanto interés por ir hacia allá?

— ¿Por qué tienes  tanto interés por impedir que vaya?

Cecil volvió a repetir su pregunta, inflexible, y a Luke no le quedó más remedio que responder:

La PremoniciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora