X
Agnes estaba sorprendida y horrorizada. Habían llegado tarde, demasiado. Ya no había nada que pudiesen hacer para salvar a Anne. La anciana se sintió terriblemente mal al darse cuenta de que en todo el tiempo que Anne estuvo en ese lugar, ella no pudo hacer nada para ayudarla, para orientarla, para aliviar un poco la pena por la que pasaba a diario.
Y se suponía que ella debió haber hecho algo, lo que fuese... O por lo menos haberse dado cuenta de las intenciones de Amy en primer lugar. La mujer levantó el rostro y le dirigió una mirada furiosa a la chica que seguía al otro lado del baño como si nada sucedía, antes de prestarle atención a quien se encontraba detrás de ella, aún en el suelo.
—Lauren, ¿podrías llevarte a los niños a sus habitaciones y ponerles ropa seca? Sí, Aileen, tú también te vas. —La niña aferró aún más el agarre que ejercía sobre Anne, apoyando su cabecita sobre la de la chica sin que le importase mojarse, negando frenéticamente. Ella no quería moverse, no quería estar lejos de Anne.
Amy rodó los ojos al verlo, disgustada. No podía comprender cómo era posible que Aileen, que se había mantenido alejada de Anne desde el primer día, estuviese llorando y sosteniendo a la joven de esa manera con sólo haberla tratado un día.
Era algo que nunca iba a entender porque estaba relacionado con el Don de la niña. El haber hurgado en la mente de Anne, el haber rebuscado entre sus sentimientos, creó una especie de lazo entre ambas. La niña ahora se sentía atada a Anne y por eso estaba sufriendo tanto ante su perdida.
Además, Anne la había tratado bien, la había abrazado y acunado entre sus brazos hasta que se había quedado dormida... como cualquier madre lo hubiese hecho. Amy decía que la quería, pero nunca había sido tan afectuosa con ella. Y Aileen era, después de todo, una niña que prácticamente había crecido alejada del amor y los cuidados de su madre o de alguien que pudiese cumplir ese rol en su vida. Cualquier persona que le dedicase algún gesto maternal se ganaría un lugar en el inocente corazón de la pequeña, y eso había sucedido con Anne.
Lauren se puso de pie lentamente y se acercó a los niños, instándolos a que sacasen sus manitas del agua y se alejasen de Anne. El ver a Aileen llorando y sufriendo por la joven los hacía sentir tristes y había hecho que sus ojitos se llenasen de lágrimas. Ellos no habían tenido ningún tipo de relación con la chica, pero el ver a su hermanita Aileen tan triste, los hacía sentir igual.
Aileen no quiso soltar a Anne y algunos niños tuvieron que obligarla a hacerlo, arrastrándola fuera del baño y cerrando la puerta detrás de ellos. Cuando en el baño sólo quedaron la anciana y Amy, la mujer sacó todo lo que tenía dentro y no había dicho sólo porque los niños seguían allí.
— ¿Eres consciente de lo que hiciste, Amy? —La chica la miró con gesto aburrido, como si el asesinar a alguien no fuese nada del otro mundo y la mujer estuviese haciendo un escándalo por nada. — ¿Eh? ¡Respóndeme!
—Sí, lo soy. Maté a Anne. Yo-la-maté. —Recalcó cada una de sus palabras. —Y no me arrepiento.
—No… —Agnes se movió un poco hasta acercarse a Amy. —Mataste a una Hermana. Le quitaste la vida a una hija del Oráculo. Vas a pagar por eso. Vas a salir de aquí siendo arrastrada por la Guardia y ellos se encargaran de comerse tu alma.
La mujer casi escupió las palabras. En esos momentos sentía tanto odio por la chica que tenía en frente que estaba sorprendida de no estar castigándola ella misma. Amy, con sus acciones, había arruinado tantas cosas.
Amy se dedicó a mirar a la mujer con gesto desafiante durante unos breves instantes hasta que algo hizo clic en su cabeza. Y fue en ese momento en el que se dio cuenta de lo que acababa de hacer y el error que había cometido.
ESTÁS LEYENDO
La Premonición
FantasíaAnne no podía quejarse. Tenía unos padres maravillosos, un novio que la quería y hacía cualquier cosa por ella; le iba bien en sus estudios y estaba a pocos meses de graduarse como Diseñadora de Modas. Anne era feliz con su vida tal cual estaba y no...