Capítulo 10

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[ Mensaje : Pásate por Insane; ]   



________ soltó un largo y profundo bostezo mientras se estiraba. Al dejar caer el brazo sobre la cama, notó el espacio contiguo vacío. Abrió los ojos y cayó sentada de golpe ¿Dónde estaba Justin? Se cubrió el cuerpo desnudo con las sábanas y caminó hacia el baño. La ducha, visiblemente usada hace poco, le resultaba condenadamente tentadora. Se mordió el labio y abrió el grifo para dejar escapar el agua caliente. Dejó caer la sábana y se quitó las bragas. Acto seguido se metió de lleno bajo el agua caliente. Cerró los ojos y dejó que los músculos se le relajaran. Oh, sí. Esto es vida.

Justin pasó ambas manos por el rostro antes de volver a la lectura del caso. Jamás había imaginado que el caso que había deseado por años fuera, por demás, tan complicado. Llevaba ya dos horas estudiándolo y, para sorpresa suya, había descubierto que nunca se había tomado tanto en estudiar alguno de sus casos anteriores. Suspiró e intentó volver a su trabajo. Veloces imágenes de la noche anterior atravesaron su mente. El recuerdo de aquella piel tan suave y exquisita lo estremecía por dentro.

Cerró la mano en un puño y golpeó con fuerza la mesa. El hecho de pensar que alguien la haya poseído, como tanto él deseaba, y que la haya lastimado, como él jamás lo haría, lo carcomía por dentro. Tomó el móvil, por puro instinto, y marcó un número. Contestaron casi al instante.

―Balmer.

―Eh, Mark ¿Cómo te va?

― ¿Justin? ¡Vaya! Seguro no tan bien como a ti, ¿a que si? Me enteré que te dieron el caso de oro.

―Si, um. Te hablo para eso. Necesito que me consigas una información.

―Ya, entiendo ¿Qué necesitas, colega?

―Toda la información que puedas conseguir de _______ Hydes. Limítame a cinco años atrás. Lo que me interesa está en esa fecha.

―Perdona, colega ¿Seguro que es sobre el caso? Suena algo...personal.

―Sobre el caso, seguro ―mintió―. Voy eliminando sospechas y sospechosos.

La puerta se abrió lentamente, captando la atención del castaño. Aquel rostro de ángel que le encantaba apareció de repente por la puerta entreabierta, sonriéndole.

― ¿Interrumpo? ―habló ella bajito.

Justin levantó la mano en un gesto que le indicaba que pasara. _______ empujó la puerta y, tambaleándose, logró entrar con una bandeja de comida en mano. Justin frunció el ceño.

―Te enviaré los datos tan pronto como los tenga.

________ rosó el brazo de Justin accidentalmente mientras ponía la bandeja frente a él. Las aletas de la nariz de Justin se ensancharon y deseó lanzar todo al suelo, desnudarla y hacerle el amor allí mismo.

―La estaré esperando ―dijo él con voz ronca.

Colgó y se aclaró la garganta. Respiró profundo e inhaló el olor de aquella fragancia a limpio de su jabón de baño. Joder, ese aroma en ella era tan sensual.

― ¿Justin? ―le llamó ella suave.

Él volvió a aclararse la garganta.

―Perdón, ¿qué me decías?

_______ se rio.

―Te preguntaba que si ya habías desayunado ―le sonrió―. Espero que no porque te preparé unas exquisitas Torrejas, revoltillo con jamonilla cocinada con un poco de vino seco, que por cierto tienes vinos excelentes, y fresas ―soltó una risilla―. Aunque las fresas son sólo una bonita decoración, también te las puedes comer.

Justin levantó pronunciadamente la ceja. 

―Haré de cuenta que sé lo que son unas Torrejas y fingiré dejar pasar por alto que abriste mi reserva de vinos privada.

________ se ruborizó. Oh, joder. Pero que adorable.

―Perdona ―se mordió el labio―. Las Torrejas son pan de canela remojado en una mezcla de leche evaporada, azúcar, vino seco, vainilla y canela en polvo ―se mordió el labio con mas fuerza―. Luego se fríe con mantequilla y listo. 

―Oh. Suena rico, gracias. ¿Qué vino usaste?

―Un Malbore de Somotano.

Justin le sonrió.

―Suena elección, aunque ese vino pertenecía a una colección muy exquisita ―al ver que ella iba a disculparse, continuó―. No te preocupes, puedo conseguirme otro.

_______ le sonrió tierna. Se inclinó para besarlo en la mejilla, pero aquellos instintos regados por todo su cuerpo (o sus hormonas) la llevaron a asaltar sus labios. Justin se sorprendió, pero no se apartó. La sujetó de la cintura y la acomodó sobre sus muslos. Él le acarició la piel desnuda por debajo de la falda gris. Oh, joder. El tacto de su fina y suave piel lo quemaba por dentro. La escuchó gemir contra su boca. Oh, Dios.

________ dejó escapar todo el aire dentro de su boca. ¿Podría olvidarse de su miedo a ser lastimada, de todas las formas posibles, y permitir que ese hombre al que había amado desde niña, con el cual había fantaseado cada noche desde hace años, le hiciera el amor sin control? ¿Podría permitirse el placer de ser poseída por quien siempre ha amado? ________ volvió a soltar un gemido cuando Justin le pasó la lengua por el cuello. Si, podía...Claro que podía.

El timbre de la puerta les hizo soltar un bufido de frustración.

―Espero que, el cabrón que sea que haya tocado el maldito timbre, se esté muriendo ―se quejó él con voz ronca.

_______ soltó una risita ahogada.

― ¿Quieres que vaya a abrir? ―se ofreció ella.

―No, iré yo ―Justinl la observó mientras le sonreía. _______ tenía las mejillas rosadas y los labios rojos e hinchados―. Um...

―Deja de verme como si fuera un caramelo y no has comido en un año ―_______ se ruborizó―. Oye...

―Pareces un caramelo y no como desde hace diez años ―se acercó a su boca, pero el timbre volvió a sonar. Soltó una maldición―. Voy a ver que quiere ese cabrón.

_______ se puso en pie para que él hiciera lo mismo y se marchó, dejándola con aquel calor en el cuerpo que podría quemar la casa entera. 






Manos sucias. j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora