Capítulo 37

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Nirvana camina de aquí para allá, abriendo y cerrando puertas sin detenerse. Mark la ayudaba, casi igual de frenético.

—Tardamos mucho en llegar aquí —Nirvana suelta un gemido—. ¿Y si ya se fue?

—Es lo más probable. No puedo alertar a nadie, se supone que no sepan que estamos aquí.

—Me preocupa que se halla metido como enfermera.

— ¿Le preguntaste el nombre?

—Si te digo que me echó de la habitación. Está hecha pedazos.

—No es para menos. La verdad no reconozco a ese Justin.

—Yo menos —hace una mueca—. La verdad no entiendo nada de lo que está pasando.

—Tal vez sepamos más cuando sepamos quien es esa mujer.

—Intentaré charlar con _________ más tarde, cuando esté más tranquila.

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Apenas pudo cerrar los ojos, ________ comenzó a tener pesadillas. En el sueño estaba Justin sentado en una silla de cuero roja, burlándose de ella. _________ estaba sobre una cama, llorando y totalmente arruinada. Tenía marcas en la piel, pero no recordaba habérselas hecho o recibido. Justin seguía obsequiándole una sonrisa cruel, disfrutando de su dolor. Tras él comienza a surgir una sombra, que comienza a recordar con pánico. 

Su primer novio, su primera relación, su violador.

—Por favor —musita—. Ya no más.

Observa a Justin que se levanta, acercándose a ella. Está desnudo, no así sus ojos. Había perversión, crueldad y una gran disposición de hacerle daño. Cuando lo tiene sobre ella, cuando cree sentir los golpes y los puñetazos, acaba por despertar en medio de un grito frío.

Al abrir los ojos se topó con la oscuridad de la habitación. Presiona ambas manos contra su boca para contener el grito. Cuando comienza a recordar la pesadilla, sus ojos rápidamente se llenan de lágrimas. Ya esto era demasiado. El dolor estaba quitándole el oxigeno con cruel determinación.

Se levanta de la cama y corre lejos de la habitación, olvidando por un segundo que ese no era su departamento. Al golpearse con la oscuridad, el miedo fue aumentando. Voces en su cabeza comenzaron a atormentarla.

«Vamos, _______. No grites. Sería más divertido si no te negaras tanto»

«Tú te lo buscaste. Pudiste cooperar más»

—Ya —lloriquea—. Por favor, no otra vez.

Sintió como poco a poco le faltaba el aire. Los mareos iniciaron su danza, se le seca la boca.

—Nirvana —susurra—. Ayú… 

________ siente algo frío presionándose contra su garganta, pero estaba demasiado oscuro.

—Arriba, muñeca. Daremos un paseo.

La chica no pudo ver quién era, pero la voz era sin posibilidad de duda la de Katliana Parker.

Manos sucias. j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora