Capítulo 18

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  [ Mensaje : Pásate por Insane; ]   


El Dr. Holt observaba los resultados de los estudios. Un rastro de preocupación fue visible en sus ojos. Justin Bieber debió haber despertado hace meses. Tomó el teléfono y marcó la extensión apenas sin mirar.

— ¿Bueno? —contestó.

—Katliana, habla el doctor Holt. Necesito que pases a mi oficina.

Silencio.

— ¿Katliana?

—Sí, doctor. Enseguida.

Colgó. El Dr. Holt continuó revisando el expediente. Se cargaba 36 años de experiencia. No era un tonto. Sabía perfectamente que el coma del paciente era provocado. Alguien lo mantenía en ese estado. El golpeteo de la puerta lo hizo reaccionar.

—Pase —dijo.

Katliana entró, visiblemente nerviosa.

— ¿Necesita algo, doctor?

—Necesito hacerte unas preguntas sobre un paciente.

— ¿Q-ué paciente, señor?

—Justin Bieber.

Katliana tragó saliva.

—Oh, entiendo ¿Qué necesita saber?

—Tú eres la única enfermera que lo atiende, ¿no?

Asintió.

—Estoy seguro de que has notado que su coma no es natural.

Silencio.

—A ver, Katliana. Te conozco. Llevas trabajando en este hospital por tres años. Eres una chica lista.

Ella suspiró.

—Doctor...No puedo decirle nada. Me contrataron sólo para asegurarme que...

—Que el paciente no despertara.

Katliana gimoteó.

—Sí, doctor. Yo le inyecto un medicamento que lo mantiene en coma. Pero le suplico que no diga nada, por favor. Si alguien lo llega a saber, van a matarme.

El doctor la miró por un minuto entero.

—Sabes que esto está mal.

Katliana asintió, avergonzada.

—Tenemos que sacarlo de aquí —dijo el doctor—. Tú vas a tener que ayudarme.

Katliana contuvo el aliento. Sacarlo del hospital. Si lo ayudaba, eso significaría perderlo. Pero, si lo dejaba en ese estado, Nate Hydes podría decidir matarlo de una vez.

—Tiene razón —dijo, cohibida—. ¿Qué debemos hacer?

—Por lo pronto, sigue haciendo lo que haces. Debemos contactar con alguien de afuera, que pueda ayudarnos. Cuando despertemos a Justin, debe irse del país. Pero no puede hacerlo solo, por su salud.

El doctor revisó unos papeles.

—Sé quién puede ayudarnos. Mi hija está en el país. Le pediré un poco de apoyo. Como tiene problemas económicos, no dudo que acepte por un poco de dinero.

— ¿Y su hija es de fiar?

El doctor sonrió.

—Nirvana es irresponsable, pero es leal.

Manos sucias. j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora