Capítulo 50

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Justin se seca el pelo con la toalla. Después del maravilloso baño con agua fría para contrastar la calor descubrió cuan cansado estaba. Ha sido un día muy largo y difícil, sobre todo para su chica. Tan solo recordar a ese miserable sobre ella le hervía la sangre. Deseaba matarlo, pero ahora sufriría más. Su hombría estaba hecha pedazos por dos balas. Tal vez era lo único que lo aliviaba. Eso y tenerla en su cama esperándolo. Deja la ropa sucia y la toalla en la canastilla y sale del baño rumbo a su habitación. Desde el pequeño pasillo escuchaba la voz de su chica hablando con Nirvana.

—…pero no me sorprende que haya entrado sin que la escuchara —suspira—. No estaba exactamente consiente del todo, así que…

Encoge los hombros y baja la mirada. Se le ve tan cansada…

—Piensa en lo positivo —dice Nirvana—. Ya estás a salvo.

_______ sonríe un poquito.

—Yo sé que Justin no dejará que pase una segunda vez, tranquila —musita cariñosa.

Los ojos de la chica se llenan de lágrimas.

—Esta es la segunda vez, Nirvana —chilla—. Yo…

La chica se cubre el rostro con ambas manos y llora, tan fuerte que el corazón de Justin se acelera sin piedad. Odiaba desmedidamente verla en ese estado.

— ¿Qué? —soltó Nirvana—. Oh, Dios mío.

Justin irrumpe en la habitación y lo primero que se permite hacer es recostarse junto a ella, cubrirla con sus brazos y arrullarla. Los sollozos de la chica ahora son más fuertes. Nirvana le hace señas a Justin, incapaz de hablar, dejándole entender que se marcharía. Él asiente sin soltarla. Sus pequeños brazos lo abrazan con fuerza, buscando consuelo.

—Oh, nena —le besa el pelo—. Como quisiera poder desaparecer el dolor ahora mismo.

La chica no dice nada, solo continúa sollozando en sus brazos.

—No puedo pedirte que no llores —la cubre un poco más—. Llora, es lo que mejor te sienta ahora. Saca todo lo que tienes dentro, cariño. Yo te cuido. Siempre. De ahora en adelante nadie jamás va a ponerte una mano encima, a menos que lo desees. 

La chica se aferra a él desesperadamente, buscando más. Justin comienza a acariciarle el pelo mientras le canta una canción.

—Across the ocean, across the sea. Startin' to forget the way you look at me now. Over the mountains, across the sky. Need to see your face and need to look in your eyes. Through the storm and, through the clouds. Bumps on the road and upside down now. I know it's hard baby, to sleep at night. Don't you worry cause Everything's gonna be alright.

La chica cierra los ojos y se relaja poco a poco con el sonido de su voz.

—No sabía que cantabas tan bonito —musita.

—Solo canto bonito para ti.

La chica suspira.

—Justin —lo llama.

— ¿Mm? —dice.

—Si te pidiera que me besaras, ¿lo harías?

Justin busca cuidadosamente sus ojos.

— ¿Por qué lo dices en ese tono?

— ¿No te daría, um, asco?

Justin agita la cabeza, frenético.

—Tú jamás podrías darme asco —la sujeta de la barbilla—. Si no te he besado ya, es porque sé que no te sientes bien.

—Pero yo quiero que me beses.

Justin observa sus ojos, que le brillan ante una expectación deliciosa. Incapaz de negarse, se ve a sí mismo deslizar su boca hacia la suya, que la toma con delicadeza y cariño. Siente como el cuerpo de la chica tiembla al aceptarlo y sabe que en ese pedacito de tiempo está sobre las tibias nubes del paraíso.

Manos sucias. j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora