capitulo 49

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Justin sujeta a ________ de la cintura mientras espera a que Mark abra la puerta de entrada. Había conseguido una casilla preciosa muy cerca del hospital, en caso de que tuvieran que regresar. Adentro hacia bastante calor, lo que hizo sentir a _________ mucho más cómoda. Justin suspira tranquilo.

— ¿Quieres irte a acostar? —le pregunta dulcemente.

— ¿Vendrías conmigo?

Él le besa el pelo.

—Claro, chérie.

La chica suspira.

—Mm —dice—. Necesito darme un baño antes.

Nirvana da saltitos hacia ella.

—Te compré ropa —chilla—. Te va a gustar.

La chica le sonríe cansada.

—Gracias, Nir.

—Están en una maleta. De hecho, compré ropa para todos.

—Con mi dinero —gruñe Mark.

Nirvana salta y se cuelga de él.

—Ya después te lo pago.

La chica sonríe y sacude la cabeza.

— ¿Me ayudas? —le pregunta bajito a Justin.

Ni siquiera asiente. La sostiene bien, pegándola a su cuerpo, y caminan despacísimo hacia el baño. 

— ¿Quieres que vaya por algo de ropa?

—Por favor.

La suelta despacito.

—Ten cuidado, ya regreso.

Y solo le bastaron dos minutos para abrir la maleta, escogerle la ropa y regresar con ella. La puerta estaba cerrada con llave y solo se oía la pluma. Justin tocó dos veces con suavidad.

—Te traje la ropa —dice.

Silencio. 

— ¿Nena? —vuelve a tocar la puerta—. ¿Estás bien?

La puerta se abre lentamente.

—Em, sí —entiende la mano—. ¿Me la pasas?

Justin abre la puerta y entra. Los pequeños brazos de la chica intentan cubrirse los pechos, el sexo y el vientre, pero le resulta inútil. A Justin se le seca la boca. Se veía frágil, marchita y cansada.

— ¿Qué sucede? —susurra él.

—Vete —susurra llorosa—. No quiero que lo veas.

—No me voy —deja la ropa en una esquina—. Déjalo, ya lo vi.

—No —chilla—. Por favor.

Él se acerca con cuidado.

—No te hagas eso, ya basta —le aparta las manos del cuerpo—. No me voy a ir, no importa lo que haya en tu cuerpo —le agarra el mentón y la obliga a mirarlo—. Tú sigues siendo mi mujer, no suya ni de nadie. Mía.

La chica suelta un chillido.

—Ven —tira de ella suavemente de las manos—. Vamos a lavarle.

La chica cede sin fuerzas y se sujeta de él para entrar en la bañera, donde se sienta. El agua caliente le cae muy suave, sin lastimarla. Justin se arrodilla junto a ella y le quita las pequeñas vendas del rostro.

—No me gusta ver tus ojos así —los acaricia con el pulgar—. Solían brillar con intensidad. Ahora solo brillan por las lágrimas.

La chica intenta apartar el rostro, pero él se lo impide.

—No vuelvas a hacer eso, es suficiente. No actúes como si tuvieras algo de lo que avergonzarte.

Echa jabón en sus manos y uniéndolo con el agua se las frota.

—Voy a lavarte —le sonríe—. Cierra los ojos y déjame consentirte.

Manos sucias. j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora