Capítulo 53

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La chica tacha 13 de junio en el calendario. Habían pasado casi tres meses desde su violación, y se sentía mucho mejor. No solo se lo debía a la magnífica atención y la esplendida paciencia que Justin le había tenido, sino a su adorada Nirvana, que había sido su terapeuta personal durante todo este tiempo. Recordaba como al principio las pesadillas eran frecuentes, pero ya no. Las pesadillas comienzan a reducirse considerablemente, lo cual significaba un gran alivio.

Se gira silenciosamente y observa a Justin dormido sobre la cama. Ya estaban en casa, en aquella casa donde Justin le había hecho el amor por primera vez. Cuando cierra los ojos, puede volver a experimentar aquel día y lo feliz que se había sentido. Y luego vino el dolor, su partida, el tener que vivir un año entero sin su compañía. Ahora estaba aquí, como en novio perfecto y comprensivo que toda chica desearía.

Pero era hombre. Se preguntó hasta que punto había suprimido sus propios instintos primitivos para hacerla sentir protegida y respetada. Y se preguntó cuánto tiempo más tendría tanta paciencia con ella. Suspira hondo y se acerca un poco a la cama. Él no se mueve. Solo se le ve respirando y moviéndose muy lentamente en la cama de vez en cuando. Se abraza a ella misma. Justin se merecía que dejara de una buena vez sus miedos y sus incomodidades. Después de todo, había sido un hombre muy paciente y comprensivo.

Decidida, comienza a desnudarse lentamente. La ropa de dormir cae a sus pies, exponiendo su desnudez a un Justin dormido. Sin hacer ruido, sube sobre la cama y se acerca hasta él. Tiene una respiración muy suave, tranquila.

—Justin —susurra la chica.

Él responde con un movimiento suave, pero no despierta.

—Justin —vuelve a susurrar.

Justin abre los ojos y se despereza un poco. Cuando sus ojos se acostumbran a la poca claridad, la descubre desnuda sobre él. Se sobresalta un poco, pero a los pocos segundos se le pasa.

— ¿__________? —se frota los ojos—. ¿Qué haces?

—Hace exactamente cuatrocientos cincuentaiséis días que no me tocas.

Él sonríe un poco dormido aún y le acaricia los brazos desnudos.

—Te toco todos los días —dice.

Ella sacude la cabeza y se aparta lo suficiente para quitarle las sábanas de encima. Sus dedos juguetean con el elástico del bóxer. 

—Tocar, Justin; manosear, mordisquear, hacerme el amor.

El canadiense le sonríe.

—Solo estaba esperando a que te sintieras mejor —tira de sus brazos con cariño y su cuerpo desnudo cae sobre el suyo—. Pero siempre te he tenido ganas, siempre.

La chica sonríe victoriosa.

—Quiero que me hagas el amor.

A Justin se le seca la boca.

— ¿Estás segura?

—Yo confío en ti —vuelve a su antigua posición y desliza el bóxer por sus piernas—. No me harías daño.

Vuelve a desplomarse sobre él y el calor de su cuerpo golpetea en el suyo.

— ¿Estás segura? —vuelve a preguntarle.

La chica sonríe, a sabiendas que él no iba a tomar la iniciativa. Extiende la mano hacia su miembro y se posiciona sobre él, exclamando “joder” cuando siente como su pétreo miembro la toma. El rostro de Justin se comprime del placer.

—Justin —jadea—. Justin.

Él reacciona de forma primitiva, sosteniéndola de la cintura y haciendo que gire sobre la cama. El cabello de la chica se esparce por las almohadas, mientras sus ojos le gritan por ser complacida. Justin desliza su boca por el rostro de la morena, deleitándose del suculento manjar de su piel. Pierde en control, y las embestidas comienzan sin previo aviso, obsequiándole a la chica la delicia del placer y el sexo con Justin.

—Joder —jadea él—. Maldita sea —se recuesta un poco de ella, ocultando su rostro entre el cuello y el pelo—. Mujer, por Dios.

La chica gime mientras le entierra las uñas en la espalda.

—Se siente tan bien… —jadea.

Justin suelta un gruñido, y las embestidas son más crueles, más intensas.

—He extrañado a tu sexo —susurra jadeante.

La chica sonríe con los ojos cerrados.

—No recuerdo que fueras tan bueno.

Cuelga los brazos en su cuello y deja que él le obsequie placer, amor y algo más que termina por enloquecerla.

Manos sucias. j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora