Capítulo 35

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El ambiente en el comedor era tenso. Nirvana y Mark se sentaban juntos, Justin frente a Mark, y los otros tres asientos permanecieron vacios el resto de la cena. ________ no había querido estar en la mesa. Nirvana había tardado su buen rato en convencerla de que no podía irse de esa propiedad. La morena aceptó, pero no quería ver a Justin. 

«Mejor», pensó Justin.

—Bueno —habló Nirvana—. Tenemos que resolver este lío.

Justin comenzó a dar suaves golpes sobre el plato con el tenedor sin mirar a Nirvana.

—Hasta donde yo lo veo —dijo Justin—, las cosas están bastante claras.

—No si solo recuerdas a la _________ de la escuela. Por favor, tiene veinticinco. Hace mil dejó de ser una chiquilla.

—Si lo de que no es una chiquilla ya me lo creo. La chiquilla se convirtió en un monstruo.

Nirvana acabó por golpear la mesa con las palmas abiertas.

—Un monstruo con el que te acostaste —gruñe cabreada.

Él sonríe a modo de burla.

— ¿Quién te lo dijo, ella? Temo que te ha mentido.

—Joder —gruñe Mark—. ¿Cómo va a mentirnos? Chris Beadles te ha visto tirándotela.

—Ni siquiera lo recuerdo.

—Trabajaba en la misma división que tú, pero quiso trabajar en Canadá por su esposa. No seas bruto ¿Cómo coños te vas a acordar si perdiste la memoria?

Justin alza la mirada, desafiándolos.

—De entre los dos, a la única que recuerdo es a Nirvana —se pone en pie—. Y honestamente no tengo los mejores recuerdos.

Furioso, Mark se pone de pie y se precipita hacia él, pero Nirvana consigue contenerlo.

—No le hagas caso —gruñe cabreada—. Obviamente es un imbécil. Ya me queda claro que lo mejor para _________ es largarse de aquí y sacarte de su vida.

—No pongas a tu amiga como una santa, Nirvana. No tienes idea de la asquerosidad que fue capaz.

—Dios, Justin —chilla—. Ella solo te amó. Mientras tú estás aquí creándote ideas idiotas en la cabeza, ella debe estar en esa habitación llorando.

Antes de poder decir cualquier cosa, Justin escucha como la puerta de la habitación se abre.

—Estás mal, Nir —________ sonríe—. Yo no lloro por la porquería.

Justin le lanza una mirada de desafío.

—Cree que tiene derecho a pisotearme, pero no se lo voy a permitir —le lanza una mirada de desprecio—. Dijiste que te daba asco, ¿no? Pues es lo mismo que siento por ti.

A Justin se le seca la boca, pero no dice nada. La chica mira insistentemente a Nirvana.

—Necesito hablar contigo.

Nirvana asiente y desaparece con _________ tras la puerta de la habitación.

Manos sucias. j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora