Perspicaz

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El peliverde los siguientes días apenas había podido dormir, la maldita pesadilla no lo dejó dormir bien, estaba perdido en sus pensamientos, distraído.

-Marimo, mañana iré al Baratie...- los raspones habían disminuido bastante prácticamente no se veían, salvó la herida que aún tenía el peliverde. En esos días el rubio le había limpiado las heridas y cambiado las gasas, aunque el peliverde dijo que estaba bien el rubio había insistido bajo la premisa "si se infectan tendríamos que ir al hospital y sabes que eso no podemos hacer". El peliverde ante el comentario afirmó con la cabeza y se dejo hacer.

Zoro había hecho su rutina en la mañana y había visto al rubio, cuando se metió a bañar se vio en el espejo, se mostraba pensativo, si querían cazar al rubio lo mejor era estar preparado, salió y se colocó un traje negro, la camisa, volteó y colocó su maleta larga encima de las sábanas la abrió y sacó un cinturón especial, lo colocó en su cintura, luego colocó la haramaki verde, deslizó los cierres lo abrió tomó a Sandai Kitetsu la acomodó en una de las secciones del cinturón adaptadas para sus katanas, luego a Shūsui y por un instante tomó despacio a Wadō Ichimonji, con esa katana había superado tantas cosas, había ganado a tantos oponentes, suspiro y la colocó al igual que las otras katanas, se puso la corbata y se llevó el saco en la otra mano; fue directo a la sala y esperó al rubio, al poco tiempo salió de su estudio con un formal traje.

Cuando llegaron al Baratie, la pelirroja fue corriendo a abrazar al rubio -Sanji-kun que bueno que regresaste, me preocupe porque no viniste tanto tiempo, hasta que nos aviso-, dirigió su mirada al hombre que venía a paso lento, -pequeña berenjena, ¿ahora cuál es tu pretexto?.

Pero el rubio no contestó, -de acuerdo...es mejor que te apures no tarda en llegar la gente y así fue en cuestión de minutos Nami empezó a recibir a la gente y el peliverde se sentó en la misma mesa donde la pelirroja lo había colocado la primera vez, escuchó en una mesa cercana que una joven bastante atractiva le preguntaba si el chef principal estaría hoy, Nami hizo un gesto afirmativo y le sonrió.

-Zoro, enseguida le digo a un mesero que te traiga algo...

-Solo un poco de agua está bien.

El día paso tranquilo; cuando únicamente quedaban ellos y Zeff, -dejalo yo cierro, vete- era la clara orden de ese hombre. Por un instante el hombre miró al peliverde luego les dió la espalda y desapareció por la puerta de la cocina.

El peliverde no creyó que fueran a atacar pero más vale estar prevenido, al momento de salir el peliverde veía por todas partes, -tranquilo...- decía el rubio a la vez que encendía elegantemente un cigarrillo, -...si nos quisieran atacar, ya los tendríamos enfrente...- el rubio lo intentaba tranquilizar pero el peliverde no dejaba de estar tenso, no podía.

La angosta calle se le hizo llena de tensa quietud y la caminata hacia el auto fue eterna. Cuando finalmente llegaron y entraron el rubio lo miro -ves, te lo fije- aún así el peliverde no estaría tranquilo hasta llegar al departamento.

Sanji salía de su estudio después de que llegarán, el peliverde había ido a cambiarse la ropa y se encontraron en la sala -¿todavía estás despierto?- le pregunto el rubio al peliverde.

-Si...- el teléfono del rubio sonó.

-¿Como has estado?...- el peliverde escuchaba al rubio con un leve tono de sorpresa -...no, descuida tampoco es que sea tan tarde...¿le has hablado?...supongo estará feliz que le hables...hace mucho no sabíamos nada de ti...- Zoro veía al rubio soltar una leve risa -...si, también creo que se sorprenderá pero también te regañara...estaré ocupado en el Baratie mejor yo les aviso....si...nos vemos- el peliverde dudaba de si irse a su habitación o quedarse, -Dime Marimo...- el peliverde no comprendía a qué se refería.

Entre la espada y un rubioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora