Aflicción

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Estaba viendo el techo concentrado en sus pensamientos, más concretamente en la plática reciente que tuvo con el rubio, este lo quería alejar, ¿acaso era por qué los emboscaron?, o ¿porque no lo pudo proteger de ese tal Katakuri?, -¡maldición!- el peliverde se revolvía el cabello; no esperaba ver al rubio así, él esperaba que el rubio le recriminara o lo regañara, es más hasta que se burlará como acostumbraba con sus bromas, que le dijera que su defensa estaba baja, que debía pulir más su forma de ataque, pero no, lo encontró con ese sentimiento de culpa y tristeza, el pequeño doctor entró y lo sacó de sus pensamientos.

-¿Sabes si puedo descansar en una habitación?

Chopper parecía pensarlo -preguntare...

-La anterior vez, estaba en la habitación a lado de él...- el peliverde hablo pensativo.

El pequeño doctor afirmó con la cabeza, se acercó a una mesa a recoger unos papeles -iré a ver- le dijo al peliverde y salió.

Zoro planeaba que su plática no quedará inconclusa, quería hacerle ver al rubio que él era capaz y que le podía seguir el ritmo.

Poco tiempo después, Chopper llegó de nuevo, el peliverde ya lo esperaba -vamos...descansarás en la misma habitación- le aclaraba mientras le ayudaba a bajar de la camilla.

Caminaron un poco lento y gracias al pequeño doctor llegó sin perderse. Se acostó y después vio retirarse a Chopper, espero unos momentos en los que estuvo atento por si escuchaba algún ruido en la habitación del rubio, pero solo hubo silencio.

Se levantó despacio y la mejor opción que suponía era entrar por la shoji que daba al jardín, caminó con cuidado de no hacer ruido. Así que abrió la shoji de su habitación que daba hacía el jardín y caminó despacio se acercó y deslizó de a poco la shoji de la habitación del rubio cuando se asomó vio al rubio en la cama, se acercó un poco para ver si estaba solo acostado o completamente dormido, pero al acercarse vió su cara, estaba susurrando no se le entendía del todo, lo que sí vio y lo dejó perplejo fueron las lágrimas que se deslizaban por su rostro, se veía que lo que estuviera soñando era terrible, Zoro le iba a despertar así que le movió ligeramente el hombro.

-Cejillas...- le llamó en un susurro, cuando iba a moverlo otra vez escuchó como la puerta del lado del pasillo se abría y aparecía Trafalgar con la mirada molesta por su presencia, se acercó en silencio y jalo al peliverde para que salieran al pasillo que daba al jardín y deslizaba la shoji del cuarto del rubio.

-Deja de molestarlo...- sentenciaba un molesto ojigris.

-No lo hago- soltaba el peliverde que se recargaba en uno de los soportes de madera.

-No le gusta que lo vean así...

-¿Y a ti sí te deja?

-Soy su doctor...-el peliverde soltó una risilla socarrona, -...no le veo la gracia...

-Quizás tu eres el que quiere que nadie se le acerque.

-No seas idiota.

¡¿Como le dijo?! Zoro se le quedó viendo con cara de pocos amigos pero Trafalgar no se inmutó.

-Déjalo tranquilo...- le sentenciaba con mirada de asesino en esos ojos grises, el peliverde se incorporó para encararlo de frente.

-Tu no me dices que hacer...

-¡¿Que acaso no lo puedes dejar tranquilo por un momento?!- No, el peliverde no quería ceder, -¡¿no sabes lo que es la privacidad?!...- le decía firmemente un ojigris. -¡¿acaso no comprendes?!...- el ojigris empezaba a subir su tono de voz, pero un pelirrojo con el ceño fruncido apareció por el pasillo detrás del peliverde.

Entre la espada y un rubioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora