Descubrimiento

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El peliverde se removió en la cama pues la sentía raramente fría, grande y sobre todo extrañamente sola; se movió y descanso su espalda en la cama, ya había amanecido hace un rato, pero recordó de pronto donde estaba, ¡en el cuarto del rubio!, ahora que lo pensaba mejor, la noche...anterior...ellos...se...besaron, ¡maldición porque estaba rojo!, es cierto que no era su primer beso, había besado anteriormente a chicas y la mayoría bastante guapas, algunas las conocía en su trabajo de guardaespaldas ya fueran de familia adinerada o por seguir a los clientes que protegía, pero sin duda no había sentido nada que se comparara con el mar de sensaciones y sentimientos que experimento con ese beso, bueno más bien esos besos, porque uno fue en ese lugar de peleas clandestinas y otro había sido ahí en ese cuarto donde ahora desperta.

Aunque recordando las palabras del rubio "no puedo" , había querido preguntar una razón concreta, por que el peliverde suponía miles, pero no se animó, la razón era sencilla ver al rubio tan triste no pudo, el rubio por lo regular sino es que siempre se mostraba firme, determinado en lo que hacía, pero en ese preciso momento vio una faceta nueva en ese rubio y no, no pensó, solamente lo abrazo, no escucho que llorara pero se le hizo sumamente difícil dejarlo así, por lo que se acostaron en la cama abrazados hasta que durmieron, el peliverde volteo a la cama donde debería estar el rubio durmiendo pero solo estaba el, ayer ya era muy de madrugada cuando llegaron por lo que suponía el rubio seguiría durmiendo pero no.

Se levantó y como todavía traía la camisa y pantalón, se fue a su habitación y se puso unos joggers y un tank top holgado para entrenar, al momento de salir busco por el pasillo al rubio, pero nada, al igual que en la cocina, la sala incluso tocó la puerta del estudio del rubio pero nada, hasta que pensó en el gimnasio.

Se acerco y escucho un golpe sordo, se quedó parado ahí en la entrada del gimnasio, desde anoche que lo había visto estaba fascinado pero ahora lo veía con la luz de la mañana, ahí estaba, el rubio acaba de dar una patada lateral al aire, estaba concentrado, luego hizo un par movimientos que creyó el peliverde eran pumses de Taekwondo. Iba a dar otra patada cuando volteo y vio al peliverde.

-Buenos días marimo,...¿vas a entrenar cierto?- el peliverde reaccionó, mientras el rubio recogía una botella de agua que estaba en el suelo y se secaba el sudor con una pequeña toalla.

El peliverde se acercó lentamente -sobre anoche...- Zoro había hecho una pausa larga porque no sabía por dónde empezar vio en la cara del rubio cierta preocupación por tocar ese tema, -eso de anoche, ¿fue Savate?.

El rubio abrió los ojos de la impresión por la pregunta, no esperaba que se refiriera al combate y una chispa de emoción se alcanzó a divisar en ambos.

-Lo fue...- el rubio se mostraba más calmado y sonreía levemente, la atmósfera cambio de incertidumbre a una cálida.

Zoro también sonreía de la misma forma pues sí suponía bien, que lo de hace unos momentos era Taekwondo, entonces el rubio era diestro en combate, -entrena conmigo- fue la radiante invitación que hizo el peliverde.

Sanji le miro como no creyendo lo que el peliverde decía -nose si sea buena idea marimo.

El peliverde no se iba a dar por vencido tan fácilmente y menos después de lo que vio la noche anterior -¿porque no?, ¿temes de que te ponga una paliza?-, las palabras de Zoro calaron en el rubio haciendo que su espíritu competitivo se asomara.

-Marimo despistado, acaso no aprendiste nada anoche...- ahora era el rubio quien de cierta forma le retaba.

-Tampoco es que seas lo máximo cejillas- Zoro también le picaba el orgullo para que se decidiera a entrenar con él.

-De acuerdo marimo, pero luego no salgas llorando..- el peliverde sonrió, el rubio había aceptado, era obvio que quien saldría llorando sería otra persona y no él.

Entre la espada y un rubioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora