Ambivalencia

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Al siguiente día la rutina de la mañana se repitió el rubio ya estaba despierto cuando el peliverde fue a la cocina, se fue a entrenar y cuando paso por la sala para ir a bañarse lo encontró hablando por teléfono, cuando regresó el rubio ya tenía los platos en la mesa se sentaron y comieron.

Sonó el teléfono de la casa pero al rubio no le importó, así que Zoro contestó -¿diga?- por la voz que preguntó era el portero que le veía siempre con odio -¿Roronoa?- El peliverde contestó con un simple -sí-, le dijo que había unas maletas que había dejado Rebecca. Como vio que el rubio otra vez estaba hablando por teléfono, bajo y cuando salió por el elevador, Jyabura tenía sus maletas a un costado de la recepción, las recogió sin mediar palabra y cuando llegó a la puerta del rubio este le abrió sin más.

Se fue directamente a su habitación y abrió la maleta larga y delgada, contenía sus más preciadas posesiones, sus tres katanas, sentía que eran más confiables que las demás armas, claro también sabía manejar una diversidad amplia de armas de fuego pero preferiría sus katanas. Miró la otra maleta y pensó en acomodar la ropa que había en ella, aunque únicamente sacó un traje, camisa y corbata dejándolos sobre la cama.

Al llegar a la sala no vió al rubio y lo empezó a buscar, lo encontró en su estudio leyendo unos papeles recargado en el gran escritorio, al entrar, Sanji lo vio molesto pues el peliverde no había tocado -¿Si?,¿Dime se te ofrece algo?- le preguntaba más con intenciones de que se fuera.

-Nada- y simplemente salió de ahí, había sentido otra vez esa mirada de odio, pero no quería pelear así que decidió esperar.

El peliverde pensó que con la llamada el rubio iba a salir así que se apresuró y fue a cambiarse; listo en la sala vio al rubio, venía de su habitación se había cambiado la ropa, a un muy formal traje, no le dijo nada solo tomo las llaves y salió junto con el peliverde detrás.

​Cuando bajaron a la recepción Sanji se adelantó y le dijo algo a Jyabura que el peliverde no alcanzó a escuchar.

Al bajar al estacionamiento, el peliverde le pidió las llaves para manejar pero el rubio hizo caso omiso, simplemente abrió la puerta del piloto y entró; el peliverde maldecía por lo bajo al rubio y entro del lado del copiloto.

Se preguntaba a dónde irían pues el viejo chef le había dicho al rubio que no fuera. Tuvo intención de preguntar pero dieron vuelta en una avenida amplia que el peliverde no conocía, miro al rubio pero este no dijo nada, manejo por 20 minutos más y se aproximó a un gran hospital, se metió en el estacionamiento y salieron del auto. Zoro lo seguía como siempre, caminaron por una de las puertas aledañas, subieron por un elevador y cuando salieron atravesaron un detector de metales y cuando el peliverde paso empezó a sonar, el policía y otros hombres de traje que estaban cerca le apuntaron con armas y lo rodearon, Sanji levantó la mano como si la tensión que apareció en esos momentos no le importara, -viene conmigo- soltó el rubio. Pronto, bajaron las armas y el peliverde después de la sorpresa observó a todos y como empezaban a susurrar entre ellos, nadie le preguntó por el tipo de arma que llevaba, simplemente abrieron camino al rubio.

En la recepción que estaba más al fondo, el rubio se acercó y le dijo algo a la enfermera en turno quien con una sonrisa le indicó uno de los pasillos, cuando caminaron por el pasillo se encontraron con una pequeña sala, -será mejor que te quedes ahí marimo- estaba a punto de reclamarle por el sobrenombre pero apareció un joven parecido al rubio pero con el cabello verde que a diferencia del rubio no tenía un mechón tapándole un ojo sin embargo, ambos poseían esa extraña ceja -¡vaya entonces es cierto!- decía el extraño joven, viendo alternadamente al rubio y Zoro.

-No sigas con eso Yonji- replicaba el rubio, pero el otro lo abrazó por los hombros, -¿Y qué tal se ha portado este chico?- preguntaba un alegre Yonji dirigiéndose al peliverde señalando al rubio con la otra mano; tomó por sorpresa la pregunta al peliverde, no sabía qué decir.

-Bueno no pensé que vinieras hoy, pero pasa- hablaba mientras empujaba al rubio hacia unas habitaciones más adelante, mientras Yonji se quedó en el pequeña sala junto a Zoro.

-Bien ya que se fue, ¿dime qué tal te has sentido con Sanji?- el peliverde se le quedó viendo no sabía bien que responder pero después de meditar la respuesta -es un poco difícil de manejar.

Entre la espada y un rubioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora