Siguiéndole

496 76 6
                                    

Abrio los ojos y se tendió viendo el techo y suspirando, ya no quería estar ahí, pero no había remedio. Resignado agarró su móvil, vio la hora era un poco temprano quizás podría entrenar en lo que el cejillas se despertaba.

Salió con la ropa que ayer había entrenado. Se llevó una sorpresa pues el rubio ya había despertado y estaba sentado en la sala viendo su móvil.-buenos días marimo- sin despegar los ojos de su móvil-.

-El desayuno estará como en 45 minutos- esa parte del rubio era rara porque siempre le ofrecía comida aunque se viera que no estaba del mejor humor.

Eso le daba tiempo para entrenar, en cuanto llegó al gimnasio se aisló de sus problemas y comenzo con un leve calentamiento y se concentro.

Ya estaba regresando a la cocina después de bañarse tardó más del tiempo que le dijo el rubio, pero vió que apenas estaba pasando los platos a la mesa, en silencio pasó los vasos con jugo para ayudar con algo al rubio engreído. Lo que el peliverde de verdad disfrutaba ahí era la comida, era exquisita.

Cuando terminaron el rubio recogió los platos y vasos y los puso en el lavavajillas y se fue a su estudio. Zoro pensó en cambiarse con su ropa formal por si al cejillas se le ocurría salir el estaría listo.

Al cabo de 2 horas el rubio salió del estudio y se fue a su habitación, salió con un traje negro y camisa azul, se le quedó viendo pues se estaba poniendo los zapatos, el peliverde de inmediato hizo lo mismo, Sanji soltó un suspiro -si tanto te empeñas en pegarte, vamos-, ¡¿como?! Yo no me pegó es mi trabajo, maldición!.

Bajaron y cuando salieron del elevador saludo Jyabura -¡hola Sanji-san!, que tenga buen día- mientras movía su mano a modo de saludo, el rubio tambien agito su mano e iba en dirección a las escaleras que daban hacia el estacionamiento. El peliverde se pregunto por que no se iban en el elevador hasta el estacionamiento, sin embargo no pregunto, ya tenía suficiente estar enojado con el rubio y sumando que ahora Jyabura le estaba viendo con cara de pocos amigos. Ese si era un contraste de pasar a saludar al rubio lo más feliz como un perro a su dueño a mirar al peliverde con ganas de matarlo.

Cuando estaban en el estacionamiento llegaron al Chrysler 300C negro, aunque se le notaba incómodo al rubio e hizo lo mismo que la primera vez, se subió al asiento del piloto por lo visto no le gustaba ir en la parte de atrás, el peliverde subió del lado del copiloto y arrancó en poco tiempo estaban en una gran avenida, cuando pararon el el famosísimo restaurante Baratie.

Aparcó en el estacionamiento del costado del restaurante, esta vez no le dió las llaves al peliverde, las guardo en el bolsillo de su pantalón y entraron por la puerta principal, pudo ver lo amplio y elegante que era cuando se les aproximó una pelirroja, -¡hola Sanji-kun!, Qué gusto tenerte por acá tan pronto!-,el rubio le dedicó una sonrisa -buenos días Nami-san, ¿sabes si está el viejo?-. La pelirroja afirmó con un asentimiento de cabeza.

La pelirroja con una sonrisa vio al peliverde y luego al rubio, al ver esto el rubio comprendió que aunque ella ya sabía, quería alguna explicación -Nami-san, este es el marimo andará por aquí el tiempo que soporte-, ¡¿Qué?!, ¡¿Qué forma de presentar es esa!?, Iba a reclamar pero una pequeña risa le hizo voltear a verla, -Mucho gusto, mi nombre es Nami, soy la maître- y le extendió la mano.

El peliverde por reflejo también extendió la mano -el gusto es mío, soy Roronoa Zoro, soy su guardaespaldas- e hizo un ademán con la cabeza en dirección al rubio. Sanji se dirigió al interior de la cocina pasando las puertas de vaivén.

La pelirroja y el peliverde se quedaron viendo en esa dirección y luego el uno al otro, Zoro se dió cuenta que era atractiva, cabello medio largo una bellas facciones y unas atrayentes curvas, se vio forzado a parar su análisis pues lo miraba inquisitivamente -no creí que Sanji-kun se dejará- se acercó la pelirroja y caminó a su alrededor y lo veía de arriba abajo, -bueno a decir verdad no es por menospreciar pero no pareces un guardaespaldas- la pelirroja lo veía con duda pero antes de que el peliverde replicará siguió -aunque supongo esta bien para este tipo de trabajo que pases desapercibido, además Vinsmoke-sama te escogió, ¿no?, ¿Ya hablaste con él cierto?- vaya entonces ella sabe todo el asunto, perfecto quizás ella me pueda ayudar con algunas preguntas, pensó el peliverde.

-Sí, verás el cejillas no me ha dicho algún itinerario o actividades- la pelirroja reía por lo bajo. Zoro quiso retractarse pero ya era tarde, -Es... es decir Vinsmoke-kun..- pero la pelirroja hizo una señal con la mano de que no importaba pero sin dejar de sonreír.

-No me extraña que Sanji-kun haga eso de hecho estoy sorprendida de que estés aquí con él, pues por lo regular a cualquier guardaespaldas lo hubiera dejado en el camino.

-Ya ha intentado algo parecido además que no me habla mucho.

-Bueno eso es comprensible, no creo que él pueda confiar en alguien que apenas conoce y además que le impusieron, trata de ser paciente con el por favor.

-No están fácil cuidar de alguien que no quiere y menos si no me tiene confianza.



Entre la espada y un rubioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora