Rutina

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Yonji se había sentado en el sillón de aquella sala para conversar con el peliverde.

-Hahaha, claro es Sanji, me sorprendería que no fuera de esa manera- respondía Yonji con una carcajada, -verás hasta yo me llego a desesperar de su forma de ser, pero ya me he hecho a la idea de que es por las circunstancias- Zoro trataba de procesar toda la información pero seguía sin comprender.

-Solo trata de seguirle el ritmo- mencionaba Yonji con preocupación disimulada.

-Eso hago- respondía el peliverde, ¿por qué todo el mundo defiende al rubio mimado?, Acaso no saben lo malhumorado que es y lo mal que se porta con la gente?,bueno... ahora que lo pensaba bien con quién se portaba mal era con él... tampoco es que fuera precisamente malo, pues le había ofrecido comer y no como sus anteriores jefes que lo mandaban a comer a la cocina o cosas así, también le había ofrecido usar su gimnasio, aunque seguía teniendo un pésimo carácter.

-No te voy a pedir que lo cuides como a un niño pequeño porque no lo es- Yonji empezó a reír, - nada más trata que no se meta en muchos problemas, aunque es más común que los problemas lo busquen a él.

Yonji iba a seguir hablando, pero sonó su teléfono y se alejó al pasillo por donde habían llegado, que mala suerte, el peliverde quería hacer preguntas. Por ese mismo pasillo vio que se acercaba un hombre con un poco de ojeras y una bandana en la cabeza se vieron por un instante y se aproximó a los hombres de traje que estaban enfrente de la habitación donde había entrado el rubio; hablaron por un rato y luego lo miraron, enserio que esas miradas de quererlo matar eran usuales desde que empezó este trabajo, pero​ no por ello le agradaban.

Después de un par de horas el rubio salio y miro a los hombres que no se habían movido de enfrente de la habitación, les dio lo que parecía ser unas indicaciones por que señalaba varios puntos desde las ventanas hasta los pasillos, los hombres asentían con la cabeza a cada instrucción incluído el hombre de la bandana, Zoro vio pasar a Yonji con el celular en su mano seguido de lo que parecía ser un médico, el peliverde no sabía si realmente lo era pues se le veían tatuajes en las manos y lucía unas marcadas ojeras, este simplemente le dio un vistazo y siguió su camino al rubio con el que conversó por un momento.

Sanji caminaba hacia el peliverde cuando el ojeroso lo alcanzó -Sanji-ya, ya que estas aqui dejame revisarte el brazo- pero el rubio negó con la cabeza -descuida Law estoy bien-, pero ante la intensa mirada el ojeroso, -bueno me estoy recuperando, descuida con las primeras veces que lo revisaste ha evolucionado bien...- pero el rubio fue jalado por Law y desaparecieron por uno de los pasillos.

Yonji se acercó, soltó un suspiro a la par que se sentó donde anteriormente lo había hecho -viejo... bueno ese es Law como veras es otro necio- en eso el peliverde sintió una mirada era el hombre de la bandana, -bueno yo tengo que ver unos asuntos en la recepción, nos vemos- se levanto y levanto la mano en señal de despedida y siendo seguido por el hombre de la bandana.

Poco después llegó Sanji haciéndole una indicación con la cabeza de que se iban y soltó un -buenas noches-. Cuando bajaron y llegaron al auto el peliverde estaba pensativo, de hecho, todo el trayecto del hospital al departamento del rubio.

Cuando llegaron tomaron el mismo camino del estacionamiento a la recepción y al departamento. Cuando el rubio entró se fue a directo a su estudio y el peliverde se quitó el saco y la corbata que ya no soportaba ni un minuto más, quería ver con sus propios ojos evidencias del rubio. Decidió ir a entrenar o meditar ya era pasada la hora de comida pero no importaba.

Cuando terminó y se acercó a la cocina el rubio estaba sentado en la barra y había un plato tapado en el lugar junto a el, -te reserve una porción, come- el peliverde se sentó y destapó el plato olía delicioso, el rubio se paro y saco un cigarro lo colocó en su boca y lo prendió, se fue en dirección a uno de los grandes ventanales y soltó el humo que se alejaba tranquilamente, Zoro lo miro, esa parte del rubio era tan rara ¿como podía preocuparse de alguien con quien evidentemente no congeniaba? y además que de alguna forma lo acompañaba a comer, cogió el plato y lo lavo, cuando se fue a sentar a la sala vio al rubio que salió a la terraza mientras fumaba otro cigarrillo y contemplaba el atardecer.

Cuando entró el rubio lo miro y simplemente se fue a su estudio, el peliverde se quedó ahí en la sala y poco a poco se quedó dormido.

Abrió un ojo y vio como el rubio se quitaba un hoodie azul y observó cómo traía una venda en el brazo, ¡¿qué?!, ¿En qué momento se lastimó? Se paró de donde estaba y fue hacia el rubio -¿estás bien?- Sanji lo miro con duda, el peliverde tomo su brazo pero el rubio soltó un quejido casi imperceptible, Zoro no se había dado cuenta pero lo había agarrado donde tenía un moretón debajo del antebrazo.

-Lo siento, no me di cuenta- pedía el peliverde y es que en ese momento el peliverde que acababa de despertar, solo había actuado por instinto no lo pensó.

-Descuida- contestaba el rubio mientras se sobaba el brazo. El peliverde después dedujo que por eso el extraño doctor quería revisarlo y también el viejo chef no quería que fuera, todos se preocupaban por el rubio y el rubio quería dar la menor importancia.

Sanji quiso ocultar la herida con su otra mano, el peliverde vio unas gotas de sangre en la venda, -oye parece que se abrió dime dónde está el botiquín de primeros auxilios- Zoro se sentía culpable quizás cuando lo sujeto le abrió la herida.

-No es necesario marimo, yo puedo ocuparme- sí ese lado del rubio era desquiciante, él ofrecía ayuda y que recibía a cambio, obstinación.

El rubio se fue a su habitación y dejó al peliverde reclamándole y gritando que su obstinación era inmensa y otras tantas cosas más que no alcanzó a distinguir.

La rutina se hizo presente entre el ir y venir del hospital, igualmente en el Baratie, todo tranquilo, lento y así pasó un mes desde que Zoro había aceptado este trabajo.

Cuando atardecía escuchó hablar al rubio por teléfono se asomo desde la barra de la cocina, todo indicaba que se estaba peleando y terminó prácticamente gritando -¡SÍ AHÍ ESTARÉ MAÑANA, YA TE LO DIJE!- colgó y miró al peliverde, -mañana iremos a casa de mi familia-, ¿cómo? casi escupe el agua era la primera vez en todo el mes que le decía a donde iban y también la primera que regresaban a esa casa después de que se conocieron, además de que lo incluía dijo "iremos", algo le sonaba que estaba mal pero como siempre calló y asintió con la cabeza.

Entre la espada y un rubioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora