Capítulo 17.

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Narra Valeria.

Pablo sigue en su sitio sin decir nada, como analizándolo todo y, en parte, le entiendo.

Después de unos segundos así, que para mí han sido los más largos de mi vida, finalmente, se levanta de su silla y me abraza.

Me levanto para quedar de pie como él y me abrazo a su cuerpo fuertemente, encontrando la paz que tanta falta me hacía.

Pablo: Lo siento... Lo siento... -repite una y otra vez entre sollozos-

Esconde su cabeza en mi cuello y siento la humedad de sus ojos, partiéndome a mí en dos. Está llorando.

Valeria: No lo sientas, tú no tienes la culpa -acaricio su pelo- Deja de llorar, me haces sentir culpable.

Pablo: ¿Culpable? ¿Por qué? -me pregunta confundido-

Valeria: Sí, culpable por haberte hecho llorar.

Sonríe, aún con lágrimas en los ojos, mientras se acerca a mí.

Pablo: No vuelvas a decir eso, por favor -me besa-

Necesitaba sus labios, este beso me sabe diferente, como si estuviera poniendo su corazón en él. Y la verdad es que me gusta esta sensación.

Valeria: Bésame, bésame, Pablo -vuelvo a su boca- Lo necesito, te necesito.

Enredo mis piernas a su cintura y vamos entrando en la casa entre besos.

Vamos subiendo a la habitación y una vez arriba, me empotra contra la pared del pasillo para devorarnos a besos.

Valeria: Me vas a volver loca -digo entre gemidos-

Pablo: Ese es mi fin... -dice agitado- Volverte igual de loca que yo -va subiendo mi vestido- Valeria, no sé qué me has hecho, pero estoy completamente loco por ti -esto lo dice mirándome a los ojos-

Valeria: Cállate y bésame -me lanzo a su boca-

No puedo soportar que me diga cosas así, no cuando esto es una despedida.

Intenta quitarme el tanga, pero lo detengo.

Valeria: Pablo... Aquí no, tus sobrinos pueden salir de sus habitaciones en cualquier momento -intento mantener la cordura entre ambos-

Pablo: Tienes razón -sigue besándome- Vamos a mi habitación.

Entramos en su habitación y pone el pestillo.

Nuestra ropa vuela una vez más por el aire, hasta acabar en el suelo.

Esta vez no es como las otras veces, hoy sabe a despedida. Y sí, me duele dejarlo así, pero es lo mejor para todos y sobre todo para él. No puedo dejar que le vean conmigo, si eso pasase, la gente empezaría a hablar y a juzgar, y ahí es cuando se acabaría su carrera, su sueño, todo... Y no puedo dejar que eso ocurra, no cuando sé todo lo que ha tenido que pasar para llegar a donde está ahora.

Pablo: ¿En qué piensas? -me acomodo en su pecho para verlo mejor-

Valeria: En esto que acaba de pasar, una vez más... -sonríe-

Pablo: Si pasa es por algo, ¿no crees?

Valeria: Pablo... -me incorporo- Esto es una despedida -mi voz suena triste, y realmente lo estoy- No hagamos esto más difícil... -esto último es casi una súplica-

Pablo: No, me niego a eso. ¿Acaso no te das cuenta? -le miro sin entender nada-

Valeria: ¿Qué pasa, Pablo?

La Escalera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora