"Sigamos recordando un poco, conozcamos al único chico que pude amar"
Al llegar a la casa de Allen, el novio de mi hermana, tuve la sensación de que alguien me estaba observando. Hice una pesquisa, mirando a mi alrededor. Había algunas personas caminando, otras charlando, nada fuera de lo común. Algunos eran amigos de mi hermana y otros jamás los había visto. También había un carro, pero nadie bajó de él y había alguien adentro aún. Alguien que no pude identificar por la polaridad del vidrio.
Adelaida apareció y, tomando mi mano, me guió dentro. Saludé a los señores Morrelli, pocas veces los había visto, así que fue lo más rápido posible porque no tenía confianza. El apellido me hizo evocar a alguien más. Aunque una parte de mí rechazó la idea.
—-En cuanto llegue mi otro hijo, pasamos al comedor —-informó la madre de Allen, Margaret.
—-No sabía que tenías otro hijo, Margaret —-a mamá le brillaron los ojos, me miró. Le desvié la mirada. Había captado a qué se debía ese brillo.
—-Sí, es que desde pequeño se fue a estudiar a Italia, llegó hace una semana —-explicó—-. No debe de tardar, ya lo conocerán.
Sentí ansiedad junto a un poco de curiosidad por saber quién era su otro hijo. La parte de la ansiedad se debía a que Alessio pudiese ser ese otro hijo.
Me desapegué de la conversación cuando empezaron a hablar de temas que no me interesaban. Odiaba las formalidades y ese tipo de reuniones, las personas se veían obligadas a hablar y hablar y yo no encajaba en ninguna de esas conversaciones, ni siquiera con las personas que eran de mi edad. Fuera como fuera, siempre estaba al margen de todo.
Desvíe la mirada de todos, aburrida. Había pasado un buen rato y ese chico no llegaba. Quería acabar con esto ya.
—-Hola..., ya llegué.
Esa voz la reconocía a kilómetros. Tragué saliva nerviosa. Mis sospechas se habían confirmado. El otro Morelli era él, Alessio, ¿Podía esto ser peor?
—-Así que este es tu hijo —-mamá extendió su sonrisa, regodeándose en su chiste personal.
Yo me había quedado congelada. Me giré. Alessio, inmediatamente me vio, sonrió con fingida sorpresa. Él lo sabía, sabía que vendría a su casa.
—-Sí, él es mi hijo, ¿por qué? —-inquirió Margaret, confusa—-. ¿Ya se conocían?
—-Ya tuve el gusto de conocerlo. ¿No es así, Adeline? —-volteó a verme, cómplice—-. Es un chico agradable.
Mamá guiñó un ojo. Sentí mi cara arder. Quien dijera que las mamás eran las mejores amigas, no tenía a la mía. Ella me avergonzaba en sobre manera.
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La Maldición de Adeline -Doble Maldición-
General FictionLa tranquila y aburrida vida de Adeline Meyer se volvió una completa pesadilla gracias a Ewan y Owen Marshall. Unos gemelos despiadados, sin sentimientos, psicópatas, enfermos y obsesivos, los cuales la secuestraron, la violaron, le destruyeron la v...