"La única esperanza de vida, había muerto, nada más quedaba un triste recuerdo que yacía en mi corazón"
Había sentido muchos dolores en mi corta vida, entre emocionales y físicos, pero, ninguno como el que me había causado las palabras de Ewan, ninguno se asemejaba a tan desgarrador sentimiento de angustia y agonía que transmitía mi cuerpo, la sensación de que tenían mi pequeño corazón entre sus manos, apretándolo y pisándolo, haciéndolo añicos en tan solos unos segundos, en los que para mí, habían desgarrado hasta lo más mínimo de mi alma. Mis lágrimas salieron sin poder evitarlo como cascadas mortales.
—-No, no, no —-negué, mi mandíbula tembló—- no es cierto ¡No es cierto, quiero a mi hija! ¡No!
Me tomé la cabeza con ambas manos, parecía que me iba a explotar, me sentía abrumada, asfixiada, dolida... sentía todo mi sistema descompuesto de una manera muy desesperante.
—-Lo siento, no se pudo hacer nada... —-informó, yo empecé a golpearlo una y otra vez.
—-¡Mentira! ¡Tú me dijiste que estaba bien! —-chillé—- ¡Damela, traela por favor!
—-¡Adeline, cálmate! —-trató de agarrar mis manos para que dejara de golpearlo.
—-¡No! ¡La quiero ver! ¡Quiero a mi bebé, Ewan!
Sollozando dejé de golpearlo. Corrí fuera de la habitación aguantando los dolores en mi parte baja, ignorando el intenso sangrado que me había empezado. No sabía como había tenido las fuerzas suficientes para levantarme, no sabía como pude correr, pero lo único que quería era a mi hija entre mis brazos.
—-¡Adeline! —-me llamó, hice caso omiso y entré en todas las habitaciones en busca de mi hija.
No podía estar muerta, no podía, yo la había sentido en mis brazos, la oí llorar.
Bajé las escaleras y paré en seco al ver a Owen; se hallaba sentado en el sofá, llorando y en sus brazos yacía mi bebé. Sentí mi corazón latir de una manera inexplicable, causando aún más dolor en él. Caminé despacio, con una cautela que llegaba a ser sofocante, con un pánico recorrer mi cuerpo. Llegué a su lado y con manos temblorosas la tomé entre mis brazos, era tan pequeña y hermosa, tan delicada como una flor. Su piel un poco roja, sus ojos cerrados me alarmaba más, no lloraba, no se movía... No respiraba.
—-Bebé, despierta soy tu mamá, —-la abracé a mí—- no me puedes dejar, no puedes morir, por favor tú no.
Mi cuerpo temblaba, no podía respirar bien, sentía demasiado dolor en mi alma, en todo mi ser. Mi corazón lloraba desolado, mi cuerpo sentía un inmenso luto que nunca podría superar.
—-Adeline, falleció. —-musitó Owen, su voz se escuchaba diferente, gracias al llanto.
—-¡No! —-bramé—- está viva, lo sé, ella vive... —- repetía una y otra vez, haciéndome la idea de que ella estaba con vida.
—-Adeline tienes que dármela —- Ewan hizo el amago de quitarla de mis brazos. No lo permití.
—-No me la quites, por favor —-caí de rodillas al suelo, lo abracé más a mí y rompí en llanto.
Era el peor dolor que había sentido en mi vida, era tan desgarrador y doloroso el saber que no iba a verla crecer, no iba a verla sonreír, nunca la escucharía decirme mamá... Y no podía con ello, no podría vivir sabiendo que mi hija estaba sin vida, simplemente era algo que no era capaz de soportar, ella era mi única esperanza de vida, mi motor a seguir y ahora todo se derrumbaba de nuevo, ahora no había motivo para seguir en pie, no más...
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La Maldición de Adeline -Doble Maldición-
General FictionLa tranquila y aburrida vida de Adeline Meyer se volvió una completa pesadilla gracias a Ewan y Owen Marshall. Unos gemelos despiadados, sin sentimientos, psicópatas, enfermos y obsesivos, los cuales la secuestraron, la violaron, le destruyeron la v...