La tranquila y aburrida vida de Adeline Meyer se volvió una completa pesadilla gracias a Ewan y Owen Marshall.
Unos gemelos despiadados, sin sentimientos, psicópatas, enfermos y obsesivos, los cuales la secuestraron, la violaron, le destruyeron la v...
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"Sabes reconocer el dolor, cuando te ves a un espejo y no eres tú"
—-¿Qué quieres? —-bramó con desgana, viéndome con indiferencia. Tragué saliva nerviosa.
—-Me podrías pasar agua... por favor, es que casi no puedo caminar. —-pedí mordiendo mi labio superior, rodó sus ojos con fastidio, sin embargo, fue hacia la bandeja, tomó el vaso de agua y me lo extendió de mala gana.
Estiré mi mano, temblorosa, tomé el vaso e hice el amago de llevármelo a la boca... En un movimiento rápido, le lancé el agua hacia los ojos, algo estúpido pero, fue lo único que se me ocurrió, porque el vaso era de plástico, no podía hacer más. Sin esperar su reacción salí corriendo.
Mordí mi labio inferior, al sentir una pulsada de dolor y molestia en mi entrepierna. Corrí sin más, con lo que me dio el cuerpo. Pasé por un pasillo inmenso, habían puertas, adornos, cuadros entre otras cosas, no le preste atención en sí, solo quería huir... Bajé las escaleras rápidamente... lágrimas empezaron a bajar por mis mejillas, era gracias al miedo y nervios que tenía. Nunca creí que en mi existiría tanto pánico, tanta adrenalina para intentar huir de esta pesadilla viviente.
—-¡Se escapa! —-gritó la chica bajando de tras de mí.
Al llegar a la puerta, tomé el pomo y cuando sentí que lo iba a lograr, alguien me agarró con fuerza por el cabello, echándome hacia atrás. Solté una explicación de dolor al caer en el suelo. Me levanté, ignorándolo, sin embargo, me volvió a agarrar, pero, esta vez por la cintura. Empecé a patear, a removerme para que me soltara.
—-¡Suéltame! —-chillé, luchando contra él —-¡Déjame, déjame!
—-¡Ya, Adeline, para! —-bramó agarrándome con más firmeza.
—-¡No! —-arrastré la palabra, lloré cuando empezó a subir las escaleras conmigo, me removí para que me soltara pero, fue sin éxito alguno.
Cuando entramos a la habitación, cerró con la pierna la puerta, me lanzó a la cama sin delicadeza. Me levanté, traté de correr hacia la puerta, él me jaló del pie, caí al suelo, jadeé con dolor. Mi frente había llevado todo el golpe. Me agarró del cabello nuevamente, y me levantó con fuerza, volví a quejarme. Me lanzó a la cama y se subió en mí.
—-¡Por favor! —-con mis manos traté todo lo posible de golpearlo pero, me era inútil.
Me besó de una manera desesperada. Mordí su lengua con todas mis fuerzas, sintiendo el sabor de su asquerosa sangre por toda mi boca.
Gritó y me dio un cachetada tan fuerte que quedé mareada, deje de pelear, de hacer fuerza. Volvió a darme otra cachetada por mi otra mejilla. Mi cabeza se volteó con brusquedad, mis dos mejillas ardían por el dolor palpando en ellas. Poco a poco mi vista se volvió negra y quedé inconsciente.
