🖤 Capítulo 34 🖤

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"A veces lo que te hace llorar no es el dolor, es la decepciónA veces lo que te hace llorar no es el dolor, sino no saber cuánto más vas a estar sufriendo"

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"A veces lo que te hace llorar no es el dolor, es la decepción
A veces lo que te hace llorar no es el dolor, sino no saber cuánto más vas a estar sufriendo"

- Choi Ra-Rah



Sentí un cosquilleo en mi estómago, la mandíbula me tembló, los nervios de volver a verlo me invadieron, más las ansias de abrazarlo, besarlo y sentir su calidez me desesperó totalmente. Mis piernas parecían gelatina, todo a mi alrededor pareció desaparecer, tan sólo estaba Alessio y yo, en un lugar en donde la brisa soplaba, los pájaros cantaban con alegría y el cielo resplandecía, llenándonos de paz y tranquilidad.

Bajé las escaleras con rapidez y me fundí en sus brazos, en esos brazos que me encantaban, que me hacían sentir bien. Su cálido aliento golpeó contra mi cuello, mis vellos se pusieron de punta, la felicidad de tenerlo aquí y conmigo era inimaginable, el saber que él seguía amándome como siempre, que seguía esperando por mí.

—-Adeline —-besó cada centímetro de mi rostro, se me escapó una sonrisa al sentirlo— No puedo creer que estés aquí, conmigo...

Limpié sus lágrimas con mis manos, verlo llorar me partía el alma, verlo así me dolía.

—-Te extrañé tanto... —-sentí como el llanto volvía, me aferré a él. Me alzó en sus brazos y me abrazó con dulzura.

Amaba sus abrazos, me hacían olvidar la realidad, me daban fuerza y ánimos, lo amaba. Unió sus labios contra los míos de manera lenta y suave, sus labios tibios hicieron que el cosquilleo en mi estómago aumentara, sus caricias en mis mejillas se sentían muy cálidas y suaves. 

-Yo... Te extrañé tanto, Dios... — sonreí ante sus palabras, me amaba y eso me hacía feliz, mi amor era correspondido perfectamente.

—-Te quiero inmensamente, Alessio.

∆∆∆∆

Con Alessio estaba acostada en la habitación de huéspedes, no quería ir a la mía, el solo hecho de que Ewan había estado en ella me producía náuseas al estar allá. Hablábamos de cosas triviales, como en los viejos tiempos, me hacía reír y sentir bien. Y me permití disfrutarlo cada segundo, me permití disfrutarlo todo, sus gestos, su voz, sus risas, sus lágrimas de emoción al tenerme ahí... Todo eso lo guardé en mi memoria, porque, en el fondo, tenía miedo, sabía que nuestra felicidad podría ser efímera así que, disfrutaría y no lloraría por lo que pudiese suceder después.

La Maldición de Adeline -Doble Maldición-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora