¿Pesadilla? No, era una maldición demasiado cruel...
Me sentí chiquita e indefensa, como si fuera la cosa más pequeña y vulnerable del mundo, todo por la mirada que me dedicó el hombre frente a mí.
--¿Q-quién eres? --me atreví a preguntar; él me sonrió torcido, como si tuviese un secreto muy bien guardado en su sonrisa, acercándose lentamente a mí.
--Soy Ewan Marshall. --alzó el mentón luciendo importante e intocable. Esa mirada la había visto antes, en unos ojos más adultos, tan fríos y sin escrúpulos como los del tal Ewan.
Su nombre. Ewan. La manera tan firme en que lo mencionó, creó cosquilleos en mi estómago, y un gran vacío. Transportándome un momento olvidado de mi vida, como si lo escuchase a diario, sin embargo, no sabía de dónde venía esa pretensión.
--¿Qué es lo que hago aquí? -- exigí saber, con el ceño fruncido, había deseado no sonar tan insegura.
--Lo que es mío tiene que estar conmigo... -- dejó la frase en el aire, con tal descaro. Me quedó muy en claro a que se refería. Su expresión neutra era lo que más me inquietaba; en su cabeza esa lógica estaba tan arraigada.
Al tragar saliva, sentí como un nudo se iba formando en mi garganta; corrientes de nervios y pánico recorrían todo mi cuerpo dejándome entumecida. ¿Por qué me creía suya? ¿Yo, suya? Jamás. ¿Quien era él para decir algo tan absurdo?
--¿Dónde está mi hermana? ¿Qué le pasó? Déjame ir. --ignoré su absurda respuesta. Me encogí en mi lugar, mi cuerpo estaba temblando del miedo, me sentía tan miedosa. Quería irme a casa.
--Tu hermana está bien. --informó parsimonioso; sentí gran alivio-- Esta es tu casa, así que de aquí no te mueves.
--¡¿Qué?! --escupí aquella palabra, lastimando nuevamente mi garganta--¿Qué hice yo para que me hagas esto?
Mi respiración se empezaba a descontrolar, no, ahora no, por favor...
--¿Existir? --tomó su barbilla, miró hacia arriba frunciendo el ceño.
¿Existir? ¿Pero qué...? Ya muchas veces había sido víctima de burlas y agravios por existir. Por ser una débil asmática. Pero, nunca pensé que llegaría a este punto. No podía ser esa la razón.
--¿Q-qué? ¿Por qué? --desvíe la mirada, me intimidaba verlo. Necesitaba mi inhalador.
--Si no hubieses existido, no me hubiese enamorado de ti --obvió moviendo sus manos --;desde el primer momento en que te vi me enamoré.
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La Maldición de Adeline -Doble Maldición-
General FictionLa tranquila y aburrida vida de Adeline Meyer se volvió una completa pesadilla gracias a Ewan y Owen Marshall. Unos gemelos despiadados, sin sentimientos, psicópatas, enfermos y obsesivos, los cuales la secuestraron, la violaron, le destruyeron la v...