"Todo tenía que llegar a su fin, sin embargo, ¿Ese fin sería felicidad o dolor? No todos los finales debían ser color de rosas"
Peiné mi cabello una y otra vez, viendo fijamente mi reflejo en el espejo. Por más que me observaba no lograba encontraba ningún rasgo de la Adeline vieja, ya no quedaba nada. Estaba vacía y eso me dolía, dolía saber en lo que había acabado...
Tiempo atrás creía que mi vida era un asco, que porque me hacían bullying en la escuela ya era lo peor del mundo, pero me equivoqué. Después de lo que viví aquí me di cuenta que amaba mi vida, amaba cada segundo que pasaba con mi familia... Sin embargo, ahora nada tendría solución, ahora todo era un caos, uno tan grande y asfixiante que me mataba. Ya no había vuelta atrás, lo que comenzó debía acabar ya.
Cada momento alegre vivido en mis recuerdos, ya no existiría más, el último pétalo de la rosa marchita caería hoy y moriría.
Cerré los ojos e inhale aire. Me incorporé y bajé las escaleras para ir al sótano, pero, me quedé parada viendo la puerta, deseando por un momento correr e irme, pero no podía, debía acabar con lo que había comenzado anteriormente. Los hombres que trabajaban para los Marshall seguían afuera, parados creyendo que sus jefes estaban bien, lo que no sabían era que estaban a punto de morir, ni siquiera habían escuchado el disparo que recibió Maribelle, o quizá, sabían lo que estaba sucediendo pero habían decidido no interferir. Suspiré hondo y caminé a la oficina de Ewan, tomé su teléfono y marqué el número de mamá, porque si marcaba el de casa, Claudia sería la que atendiera.
Repicó cuatro veces y al sonar el quinto, la llamada se conectó, mi corazón se aceleró y tragué saliva, aquella sería la última vez que escucharía la voz de mi madre.
—-¿Hola? ¿Si, quién habla? —-su voz, la dulzura y amabilidad con la que siempre hablaba me erizó la piel, dándome ganas de llorar.
Abrí mi boca, sin embargo, no dije ninguna palabra, no mencioné nada, no sabía si sería capaz. Solamente respiré hondo, tan hondo que mi pecho dolió.
—-<¿Adeline? ¡¿Cariño eres tú?! —-su voz cambió a estar desesperada, ansiosa.
No mamá, ya no era esa Adeline, perdóname por favor, diles a todos que realmente los quise, que aquella Adeline los amó infinitamente, pero que más nunca volvería, que más nunca volverían a verla, pero que ti, mamá querida, siempre te amaría aún después de muerta.
—-Te quiero, mamá...
Solté aquellas palabras tan rápido cómo pude y colgué, no había podido resistirme a decirle esas palabras, eran las últimas que escucharía, quería que supiera y recordará siempre que la quería inmensamente. Cerré mis ojos aguantando los sollozos que amenazaban por liberarse. Apreté fuertemente mis puños y agarré las fuerzas necesarias para terminar todo esto.
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La Maldición de Adeline -Doble Maldición-
General FictionLa tranquila y aburrida vida de Adeline Meyer se volvió una completa pesadilla gracias a Ewan y Owen Marshall. Unos gemelos despiadados, sin sentimientos, psicópatas, enfermos y obsesivos, los cuales la secuestraron, la violaron, le destruyeron la v...