- Buenos días - dije al salir de mi habitación ya vestida lista para ir a clase.
- Buenos días - respondió mi padre sin mirarme.
- ¿No trabajas? - fui a la cocina a por un zumo, no tenía mucho apetito.
- Tengo el día libre - siguió con la mirada en la televisión.
- Entiendo - todo el ambiente era muy tenso, como ayer en la cena, ni una palabra, se tomó unas cervezas y se fue a la cama murmurando cosas que no logré entender - Pues, yo me voy a clase - me coloqué la mochila - Luego nos vemos - abrí la puerta - chao.
Me esperé unos segundos para recibir una respuesta pero no la hubo, salí del piso un tanto extrañada. Recordaba a mi padre serio, poco hablador y gruñón, nunca entablé una buena relación con él ya que casi nunca estaba en casa, según él trabajaba mucho pero siempre discutía con mi madre por temas de dinero... a pesar de todo eso, lo veía raro. Más de lo normal.
Llegué a la estación, estaba un poco perdida, era un zona que no conocía, algo marginada, aun que básicamente toda la zona que ahora debía llamar "hogar" tenía ese aspecto.
Solo vi en mi andén a dos hombres trajeados ocupados con sus teléfonos móviles, a una anciana con un carrito de la compra y un chico más o menos de mi edad apoyado en una reja.
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Decidí acercarme al chico.
- Disculpa - dije con voz suave.
Me miró.
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- ¿Este tren va hacia la Universidad de Daegu?
Suspiró.
- No eres de por aquí, ¿Verdad?
- ¿Eh? - Siguió mirándome con una expresión fría - No, yo... me mudé ayer - sonrió.
- Lo sé - se reincorporó y me extendió su mano en forma de saludo - Soy tu vecino, te vi anoche y esta mañana, soy Kyungsoo - sonrió.
