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A la mañana siguiente el anillo que colgaba en mi pecho relucía en mi dedo, estaba segura de aquella decisión, no hay ni un día de mi vida a la cual no quiera pasar junto a mi hermosa rubia. Volteo mi rostro de forma lenta mirando como duerme de forma plácida, prosigo a mirar aquel reloj que se encuentra en mi mesilla notando que a penas son las 6:30am, hoy será un día completamente diferente, al final antes de quedarnos dormidas pensamos mejor las cosas, no creo que ella esté bien para dar las clases, una semana por lo menos en las que en su mente se tome un respiro, sin embargo quedamos en que buscaremos ayuda profesional sería lo más adecuado.

Los sonidos de una típica mañana se filtran por la leve abertura de la ventana, mis dedos contornean el rostro de Megara de forma lenta apreciando su belleza en todo su esplendor, su respiración es completamente pausada junto a él subir y bajar de su pecho. Coloco mi brazo derecho sobre mi frente observando mi techo, y suspiro. Creo que debería levantarme, y como si aquel pensamiento fuera una ley le sigo, muy lentamente salgo de la cama dejando a Megara sobre una almohada, la observó  y de mis labios sale una sonrisa antes de entrar al cuarto de baño.

Me despojo de la pijama, que sólo consiste en un camisón y entró en aquella ducha. Siento las gotas de agua caliente colisionar contra mi cuerpo, levanto el rostro cerrando mis ojos sólo dejándome llevar por aquella sensación. Siempre me ha gustado apreciar los pequeños momentos, y uno de ellos se resume en la apreciación de los placeres en mi piel. Escucho la puerta abrirse lo cual me hace voltear de forma leve el rostro para ver a mi hermosa novia recorriendo mi cuerpo con la mirada.

Buenos días —dice al terminar su recorrido, sus ojos se centran en los míos

¿Como dormiste? —abro la puerta de cristal y me apoyo de un lado sin quitar mi mirada en ella

Contigo siempre duermo bien —se acerca de forma lenta como si nuestros cuerpos fueran imanes que se llaman entre sí, al tenerla frente a mi, coloco mi mano húmeda sobre su mejilla haciendo un leve cariño con mi pulgar, ella coloca su mano sobre la mía de forma cariñosa y de mis labios sale una sonrisa

¿Me acompañas? —pregunto poniéndome de puntas para dejar un suave beso sobre sus deliciosos labios, ella cierra sus ojos al sentir el contacto, sin quitarle el camisón que lleva le hago entrar en la ducha, las gotas de agua golpean tras su cabeza haciendo que el agua mojé cada parte de ella, el agua estila desde la punta de su nariz, y una sonrisa aflora desde sus labios.
Mis manos le quitan el camisón tirándolo a un lado completamente mojado, sus labios toman de forma tímida los mios, haciendo que un leve suspiro salga de mi. El beso es completamente arrollador, sus manos toman de forma suave mis caderas, y al sentir la tarde fría contra mi espalda no puedo no sonreír en medio de aquel beso, haciendo que ella también sonría.

La ducha fue completamente perfecta, le lave el cabello y cada parte de su cuerpo como si de un cristal se tratara, sus lágrimas salieron al ver el amor y devoción que yo demostraba, al salir de allí seque y peine su cabello de forma lenta no sin dejar uno que otro beso en su cuello y espalda. Mientras ella se vestía yo secaba mi cabello que aún estilaba agua. Por el espejo podía ver cómo se colocaba primero su ropa interior negra, hacia contraste con su blanquecina piel, un pantalón negro completamente pegado a aquellas curvas de infarto y una camisa blanca de botones, sus ojos atraparon los míos lo cual me hizo sonreír de forma maravillosa, me levanté de aquel taburete ya con el cabello seco, caminé hacia el vestier y procedí a colocarme ropa. Un blue jean ajustado, unos zapatos deportivos, y una camisa negra, nada feo pero tampoco de infarto.

Sus manos me tomaron desprevenida al abrazarme por detrás, apoye mi cabeza en su pecho y subí un poco la vista para verla.

Te amo —me dice en un leve susurro, mi mano toma la suya que está en mi abdomen y siento como sus dedos juegan con aquel anillo —Quiero pedírtelo como se debe

El cielo de tus ojos. (Lesbico) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora