Capítulo 37

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Dany y yo llegamos a las afueras de la ciudad donde aparecía el rastreo del teléfono de Dylan.
Las pequeñas cabañas y casas viejas, muy pocas de ellas rodeaban está parte de la ciudad.
Paramos frente a lo que parece ser un taller mecánico y deje que Dany terminara su hamburguesa dentro del auto.

—Iré a preguntar si los han visto.
—Te espero. -dijo él.

Baje del auto y me dirigí al interior del pequeño local.

Olía a grasa y aceite quemado, había un auto con el capote abierto y muchas herramientas tiradas en el suelo cercas del auto.

—Buenas tardes! -grite desde la entrada. —Buenas tardes!

Después de un par de minutos vi salir a alguien de una puerta al fondo del lugar.
Era un hombre algo mayor, tal vez de la edad de mi padre.

—Hola, buenas tardes. -salude nuevamente.
—Buenas tardes. ¿Puedo ayudarle?
—De casualidad ha visto a un par de hombres, parecidos, cabello rubio, ojos claros, altos, delgados. Son gemelos y creo que han pasado por aquí.
—Gemelos... -dijo para él mismo. —Si, vi a un par de chicos muy idénticos.
—¿Enserio? Y sabe para dónde se fueron, como los vio físicamente, hablo con ellos?

Me acerqué inmediatamente a él.

—Tranquila muchacha. Llegaron aquí ayer por la mañana, se les había ponchado una llanta y yo les ayude a cambiarla. Se veían bien pero llevaban mucha prisa. Tenían que ir hacer un pedido o algo. Escuche entre su plática que si no desaparecía uno, Vanessa iba a morir. La verdad no sé a que se referían pero era algo muy claro.

La sangre me bajo hasta los pies.

¿Yo? ¿Morir?
¿Ahora en que carajos estamos metidos?

—Muchas gracias señor.

Me di la media vuelta pero el hombre me detuvo diciéndome algo más.

—Solo una cosa más. Me dijeron que a 200 metros adelante si alguien venía preguntando por ellos les dijera que encontrarán un móvil entre el césped. Hace un par de horas fui a registrar y aún sigue ahí, está cercas a una roca grande.
—¿Enserio? Muchas gracias señor.

Al fin! La señal que tanto he pedido!

—Presiento que aquellos chicos están en graves problemas, y obvio iba a ayudarles a que los encontrarán quien fuese que viniera, creo que usted podrá ser la única que los salve.
—Tal vez eso tenga mucha razón.
—Solo una cosa más, sólo uno de los chicos me dijo lo del celular, el otro no se acercó a decirme nada de eso, fue raro, como si el otro tratara de ocultarlo.

El único celular que aparece en el rastreo es el de Dylan.

—De nueva cuenta muchas gracias señor.
—Ten mucho cuidado.
—Lo tendré. Gracias.

Salí del taller y camine a paso agigantado hasta subir al auto.

—¿Qué pasó? -pregunto Dany.
—No lo sé aún, pero creo que dejaron pistas.
—¿Por qué dejarían pistas? Es tan de película.
—Porque no sabemos que tanto este pasando con ellos que obviamente necesitan ayuda.
—¿Por qué no llaman a la policía?
—Piensa en todas las probabilidades que eso implique.

Encendí el auto y condujé calculando 200 metros adelante. Iba atenta a todo lo que veía a mi alrededor.
Efectivamente vi una roca gigante, e inmediatamente detuve el auto y salí de este.

Corrí hasta donde estaba la roca y comencé a buscar entre toda la yerba que la rodea.

—Aquí está, su celular aquí está. -grite cuando lo vi. -Justo como el señor dijo.
—¿Qué? -pregunto Dany.

Te prefiero a ti Cole Sprouse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora