#19: Vaya, que profundo.

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#19: Vaya, que profundo.



La habitación estaba vacía por completo. La oscuridad era demasiado densa para ver algo. Tanteó la pared con la mano sin moveré de la entrada y aun sujetando la puerta por la perilla. No pudo encontrar el apagador de luz porque sintió un fuerte dolor en la nuca que le hizo caer para adelante soltando un quejido gutural.

Cuando volvió a abrir los ojos, la luz era segadora, tuvo que cerrarlos de inmediato para poder acostumbrarse al color vibrante. Trató de estirarse pero no pudo, algo en sus brazos le impedía hacer cualquier movimiento, lo mismo con las piernas. ¿Dónde estaba? Trató de mirar de nuevo, esta vez abrió despacio los ojos y enfocó lo más que pudo para descifrar el lugar que con el paso de los segundo se le hacía familiar, los sillones, la mesa de vidrio, la cocina visible desde donde estaba, el color de las paredes, la decoración...

Pasos se escucharon venir desde atrás de su posición, intentó voltear pero le fue físicamente imposible. Los pasos cesaron en cuanto estuvieron justo detrás.

Sony siseo en cuanto sintió el golpe de una mano justo en la nuca, en el golpe que lo dejó inconsciente.

-Joder, duele.

Una risa burlona y algo gutural sonó sobre el quejido. Los pasos llevaron al causante justo enfrente de Sony quien achinó los ojos al ver a su atacante.

-No te molestes en tratar de recordarme, nunca nos habíamos visto en persona.

Sonrió dejando ver una dentadura perfecta, hasta el punto de no parecer real. Se hincó hasta llegar a la altura de la cara de Sony sin dejar de sonreír y le contempló por unos segundos sin decir nada, Sony fue quien rompió el silencio incómodo.

- ¿Qué quieres de mí? – La impotencia y la ira en su cuerpo acumulados iban creciendo con el paso de los segundos y el hombre frente a él únicamente sonreía.

- Yo, nada.

- ¿Entonces?

- Me mandaron a visitarte. Creo que has sido un chico malo. Por eso me han enviado a darte una advertencia.

- ¿Advertencia? ¿De parte de quién?

- Esa información no puedo revelarla... Aun.

- Sí que eres un buen trabajador. Deberías dejar tu tarjeta, tal vez te necesite en un futuro –. El sarcasmo hizo que el desconocido riese un poco más.

- Mi experiencia me lo impide. Pero es halagador de tu parte. Te lo agradezco.

- Bien, dime qué rayos me mandaron decir y lárgate.

- Está bien. Las palabras textuales fueron, "Deja de meterte en tantos líos de faldas y concéntrate en tu maldito trabajo"-. Levantó su mano izquierda y le dio una bofetada que le dejó a Sony una marca roja en la mejilla.

- ¿Seguro que la bofetada es parte del mensaje?

- Claro que sí. No hago nada que no me pidan que haga.

- ¿Seguro que no quieres dejar tu tarjeta? Pago bien.

- Me alagas, pero no -. Se levantó con un movimiento sutil y caminó hacia la cocina. Sony lo vio moverse con total libertad que le hizo pensar que el tipo con calva ya había estado con anterioridad en su apartamento. ­Se colocó frente a la barra y tomo un vaso con un contenido completamente transparente. – No te preocupes, no he tomado nada de tu reserva de licor, esto es agua pura.

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