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#24

Josh.



Josh era, en pocas palabras, una persona práctica, ética y de confianza. Esto último no quiere decir que era una buena persona, una persona a la que podías acudir y pedir favores fácilmente, no. Significaba que lo que decía lo cumplía en toda regla. No había excepciones, no condonaba, lo hacía y listo. Tenía una ética intachable, como una persona que no está muy apegada a las leyes y no le agradan mucho los policías e investigadores, su código ético recaía en qué y qué no se debía hacer, a quién y a quién no involucrar, qué y qué no era perdonable, cosas por el estilo. Por ejemplo, las violaciones, las odiaba. Había matado a varios de sus trabajadores por haber violado a personas inocentes y no tan inocentes. Josh pensaba que nadie caía demasiado bajo como para recibir ese tipo de castigo. Y sí, había cobrado varias cabezas por haberlo hecho y no era que fuesen trabajadores suyos o de algún conocido. Alguien ajeno a él podía ir y darle pruebas suficientes de que había ocurrido una violación en su territorio y él se hacía cargo del asunto inmediata y personalmente.

Le encantaba la sangre. De verdad. Le encantaba su aroma, la textura y el cómo se sentía en sus dedos. De adolescente pensó que podría ser un vampiro, tenía la piel pálida, una alta estatura, incluso se había afilado un poco los colmillos, pero no del todo. Pasaron los años y, cuando tenía dieciocho se animó a probar la sangre, no le gustó.

Le encantaban las historias de vampiros, historias sobrenaturales, y en especial Doryan Grey. Le encantaba esa historia desde que era su pequeño, podía citarlo, había visto cada versión de la historia hecha película u obra de teatro. Además era gran fan de la música clásica, de los bailes. Era un alma vieja.

El cómo había comenzado en el lado oscuro del mundo, ya lo había olvidado. Pero sabía que no era por venganza, no habían herido a las personas que quería, personas más que cuestionables no lo habían buscado. Pero eso no importaba demasiado.

La cuestión era que estaba hasta el tope, y le gustaba tener el mando. Y no pensaba dejarlo. Cuando era joven había comenzado a hacer dinero y nunca paró. Había conocido a personas importantes, le tenían respeto. Siempre había sabido qué hacer, cómo actuar, qué decir. Pero a su vida había llegado un joven hombre que le había puesto "peros" a todo, lo cuestionaba todo, intentaba cosas nuevas, su insubordinación le había llamado la atención desde el primer instante, y desde que le conoció, nada tenía un completo sentido. Únicamente sabía, a ciencia cierta, que haría lo que él pidiese, explicita o implícitamente. No importaba que Hyun estuviese con Code, no importaba que se pusiese en una mala situación con él porque veía algo en ese chico, algo que probablemente era el mismo entusiasmo que tenía él cuando joven.


Buen inicio de semana.

¡ABUR!

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