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Lo sé.





Se había fugado del hospital, como ya era costumbre cuando tenía algún percance. El doctor siempre le decía que tenía que quedarse para verificar su progreso o si tenía algún cambio en el tratamiento, pero no, Hyun siempre se iba, firmaba lo que había que firmar y se retiraba por la puerta de enfrente.

Tenía muchas cosas en las que pensar, que hacer, que planificar. Trataba de acelerar las cosas, hacer que sucediera lo más rápido posible, se molestaba si no le obedecían, si tenía que detenerse, si tenía que esperar.

Por la mañana, recién salió del hospital se dirigió a su apartamento directamente, necesitaba una ducha decente, comer algo que no supiera a formol, y sobre todo, arreglar a Betty.

Josh le había llamado diciendo que él la tenía en el antiguo taller, a Hyun le sorprendió que ese taller aun estuviera en pie pues estaba desde que él tenía memoria y su padre lo llevaba ahí cuando tenía que arreglar su moto para alguna carrera. Era un taller muy conocido, todo aquel que corría en moto pasaba una o dos veces por el taller para que le realizaran alguna reparación pues sus mecánicos eran especialistas en el tema, y no únicamente en las motocicletas sino también en lo coches de carreras, si bien, cualquier persona con vehículo motorizado podía ir ahí, era mayormente frecuentado por corredores de cualquier tipo y de cualquier parte del mundo (aunque, eso pareciera más exageración, en los muros de las instalaciones había fotografías de personas de diferentes nacionalidades que por azar o cualquier otra cosa habían terminado en ese lugar).

Cuando llegó a su apartamento, Hyun fue gratamente sorprendido por sus amigos, Josh y Dylan lo estaban esperando con unas cervezas, un par o tres de charolas con sushi y porros al por mayor, para fines medicinales, obviamente.

Y después de haber pasado un par de horas comiendo, bebiendo y fumando, los buenos y preocupados amigos de Hyun salieron riendo del apartamento en direcciones distintas cuando se dieron cuenta de que Hyun se había quedado dormido, en ocasiones diferentes, ocasiones que no implicaban una gran cantidad de marihuana en sus sistemas, se habrían quedado a cuidar de Hyun después del accidente que había tenido, recogido el desastre de botellas y porros en la sala e, incluso, hubiesen dejado un poco de comida en el frigorífico para cuando despertara, pero en esa ocasión no estaban habilitados para realizar tan buenas obras de caridad a un amigo caído.

Después de una siesta, no supo si fue demasiado o poco, se estiró en el sillón en el que estaba acostado y, después de lanzar un gran bostezo, se puso en pie y caminó hacia la cocina en busca de algo que comer. Siempre que fumaba le daba hambre, demasiada hambre y antojo y en ese momento no era la excepción, tenía hambre y no estaba seguro de que hubiese algo de comer que fuese decente pero, antes de llegar a la cocina, escuchó que alguien llamaba a la puerta y lo primero que le llegó a la mente fue a Katrina y, tal vez por el medicamento o por los porros o ambos, sintió muchos deseos de verla y tenerla pero, al abrir, se llevó un chasco.

- ¿Sí?

- ¿Hyun? – Un hombre, más o menos de su edad, alto, al parecer tan alto como él, le miraba con intensidad y se dio cuenta de que ya lo ha visto en otro lugar, que le conocía de algo y en una fracción de segundo, lo supo, lo reconoció, y no le agradó para nada, en lo absoluto, y realmente odiaba el hecho de que estuviera ahí, en su portal, tan detestable.

- ¿Thalassino? – Quería equivocarse, de verdad, pero no. - ¿Qué demonios haces aquí?

- Creo que sabes la respuesta-. Las respuestas cortas eran, como había dicho el abuelo de Katrina, algo característico de la familia, y eran herméticos y les encantaba hablar en metáfora. Sin más que poder hacer, le dejó entrar, no estaba de humor para nada. El joven entró detrás de Hyun y sintió que le miraba muy de cerca, como observando cada detalle de él. – Lamento la interrupción.

Round II Donde viven las historias. Descúbrelo ahora