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#4: ¿Cómo lo sabes?



Lucy se sentía realmente sola en su casa, por eso decidía realizar cualquier actividad que estuviese a su alcance para poder distraer sus pensamientos.

Todas las mañanas iba al apartamento de Hyun, y, en ocasiones, el peso del recuerdo hacía que se quedara ahí a dormir, o pasar el día entero en ese lugar.

Sentía como si le hubiesen quitado a lo más preciado que tenía en la vida, por segunda vez Hyun había desaparecido y creía que ya no podía soportarlo más. El corazón le dolía. ¿Es qué Hyun no podía pensar más que en él? ¿No podía dejar de ser egoísta? ¿Era eso tan importante que ni una llamada más podía hacer? ¿Esa era la educación que le habían dado?



Lucy entró al apartamento y dejó sus cosas en el sofá, se dirigió a la habitación de Hyun, que mantenía cerrada, y tomó el pomo de la puerta, dudó en abrir. Sentía que no debía entrar ahí pero... Giró y abrió.

Un aroma a loción, desodorante corporal y ambiental le dieron la bienvenida. Sonrió al recordar que así olía Hyun. Se adentró con cautela. El aire se agolpaba en su pecho y le dificultaba respirar por la nariz.

Se sentó en la cama y miró a su alrededor. Las paredes estaban bacías de un color gris oscuro. Los muebles con pocas cosas personales le hacían pensar que el Hyun de esos últimos años no era aquel pequeño niño, e incluso adolescente, que había conocido. Su habitación de antes tenía posters, luces, libretas por todos lados y cajas con CD's. Pero en ese momento, no había nada de aquello. Todas las cosas que antes había añorado, coleccionado, querido y que peleaba ferviente por tener, ya no estaban, se había deshecho de muchas cosas cuando su padre murió y del resto se deshizo después del accidente en el puente.

Lucy sintió una pequeña picazón en los ojos. Era la primera vez que sentía ganas de llorar ante la ausencia de Hyun pero, en ese momento, se sentía sola.

Por la mañana había recibido una llamada que le cambió, su hermano había fallecido hacía un mes y apenas habían podido contactarla.

No había podido llorar hasta ese momento. Se sentía como en casa en esa habitación, pero también tenía miedo. ¿Y si Hyun ya no regresaba? ¿Si jamás lo volviera a ver? No quería sentirse así de nuevo. Para Lucy, Hyun era su hijo en todo el sentido de la palabra.

Se aventó de espaldas a la cama y dejó de ser fuerte. Lloró hasta que ya no le quedaron lágrimas. El día siguiente, sábado, era cumpleaños de Hyun, y no iba a poder pasarlo con él y eso le dolía.

Su móvil comenzó a sonar, se levantó, se recompuso un poco y antes de que terminara de sonar contestó.

-Diga-. Se limpió la nariz con el dorso de la mano y muy para sus adentros quiso que fuese Hyun, pero una voz gruesa le hizo pedazos esa ilusión en segundos.

-Buenas tarde, Lucy.

-Oh, Joel. Dime ¿Qué se te ofrece?

-Querida ¿qué es lo que ocurre?

-Nada, estoy bien.

-¿Estás segura? –La incredulidad de Quintero era inmensa. Sabía que algo le pasaba y eso le ponía un poco incómodo.

-Sí, lo estoy-. Y se quedó callada por un par de segundos. Sentía que tenía que decirle todo a alguien. Que tenía que desahogarse con alguien. –No, no lo estoy-. Se llevó una mano a la frente y cerró los ojos.

-¿Quieres hablar de ello?

Round II Donde viven las historias. Descúbrelo ahora