#30
Los colores de las luces navideñas le mareaban un poco, se sentía algo frágil de ese modo ya que alguien podía llegar por detrás, tocarle el hombro, darle un pequeño empujoncito y hacerla caer, pero no le tocaba más remedio que estar ahí, en la recepción de la compañía de su padre, justo después de haberse fugado del hospital con un bicho raro en su estómago y una farmacia en su mochila. Y la razón por la que estaba esperando en la recepción sobre-navideña de su padre era porque, inesperada e inexplicablemente, su padre se había enterado de que estaba en el hospital y había aceptado que saliera del hospital si aceptaba tener una enfermera personal 24/7.
Se acercaba navidad y lo único que quería hacer era poder probar de nuevo el pavo de su abuela, abrir los regalos por la mañana al lado de su familia y eso incluía a sus primos gemelos idénticos, cuya misión de vacaciones era robarle los regalos. Sí, quería todo eso y los apapachos de su abuela, los apretones de mejillas de sus tías abuelas, la comida obligatoria del día 24 en donde, obligatoriamente para su desgracia, se tenía que usar un suéter feo navideño y para la cena, la mejor ropa de gala que tenían todos en sus armarios o, si era posible, comprada con antelación y sabia planificación para el uso exclusivo en esa cena. Quería vivirlo, y no se había dado cuenta hasta que la doctora le dijo que había tenido suerte de estar viva. Si Hyun no hubiese llamado a emergencias, como ella había insistido, quizá, el bicho en su estómago la hubiese puesto febril, incluso más de lo que estaba antes de ingresar al hospital, y le hubiese dado un choque o algo parecido y podría haber quedado en coma, como caso extremo... y eso la asustó.
Su padre habló con ella sobre volver a vivir con alguno de sus padres, le dio la opción de poder vivir con él o con su madre, fue comprensivo, cálido, esperanzador en cierto modo y a Ámbar le dio algo de desconfianza. Si se lo hubiese dicho directamente que se fuese a vivir con él hasta que sanara, si se lo hubiese casi exigido como casi siempre lo hacía, si no le hubiese dado más opciones, si hubiese actuado como el empresario al que no se le puede decir que no y no como un padre preocupado por el bienestar de su única hija, le hubiese sido más fácil decirle que prefería estar en su apartamento, sola, la enfermera no contaba mucho, y no con él o con su madre. Pero ya era una adulta, tenía que seguir con su vida, no ir corriendo a por ayuda a la primera de cambio, sentía que tenía que hacerlo sola, como había elegido desde el divorcio, quería intentarlo ella sola primero, y si las cosas no funcionaban acudir con alguien de ellos dos, como caso extremo.
Por eso, al salir de la oficina, casi lloraba. Tenía los ojos rojos, pestañeaba para que las lágrimas se quedaran en su lugar, tenía 24 años, por Dios, tenía que aprender a controlarse. Suspiró demasiado camino al elevador, y aun más estando en él.
La enfermera llegó a su apartamento a las dos de la tarde, aunque se sentía cansada, le dio la mejor bienvenida que pudo en los limites establecidos.
Durante gran parte de la tarde, Ámbar estuvo dormida en el sofá, jugando con el móvil, o viendo alguna serie por televisión. Se sentía triste, algo vacía, sentía que tenía que tener a alguien que la abrazara mientras estuvieran recostados viendo una serie. Sentía que debía compartir más su vida con alguien, tener algun mejor amigo o amiga, algun pretendiente, algun novio, alguien que la pudiese acompañar en momentos como ese. Quería ya no estar tan sola como había querido estar desde el divorcio de sus padres, no tan sola como estaba en ese momento.
Y ni siquiera había comprado el vestido para la cena de navidad.
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Round II
Random"Está bien resistir cuando todos te atacan, pero hay un punto en el que tienes que defenderte y no importa contra quien sea, lo tienes que hacer." Segunda parte de "LB8" Utilizo lenguaje explicito y que para algunas personas puede ser vulgar. W<...