Round II

#39

¿Te vas a ir?

La solución se le había presentado el día anterior, tenía la excusa perfecta para poder encontrarla sin levantar algún tipo de sospecha. Se sentía muy bien consigo mismo, había podido encontrar la solución a un problema él solo, sin la mirada inquisitiva sobre su hombro de su padre. Por mucho tiempo se había negado a entrar en el negocio de la familia y siempre había sido un hecho muy reprochable para su padre, cada día hacía un comentario referente al tema, al principio Kellen le contestaba pero, con el tiempo, aprendió que era mejor hacer oídos sordos al tema, gastaba mucho tiempo y energía discutiendo y sabía que la familia se incomodaba cuando les tocaba estar presentes en la riña. Gradualmente dejó a su padre hablando solo y eso fue un hecho de celebración con su abuelo y bisabuela quienes siempre le apoyaban. Cuando aceptó el trabajo por su abuelo, su padre le puso una lista de cosas por hacer al respecto, lo que tenía que hacer y cómo hacerlo, cada paso por dar, cada palabra por decir, aunque le enfureció su actitud, se obligó a calmarse y dejar a su padre hacer lo que quisiera con la condición de que él no arreglase nada para el trabajo, había puesto los pies firmes ante la idea de hacerlo todo él, aceptaría concejos pero nada más. Su padre, a regañadientes aceptó y le entregó un documento con todo detallado, documento que mantenía debajo de la cama, no quería verlo para nada, no quería ser influenciado por su padre y tener que decirle que tenía razón.

La nieve había comenzado a caer cuando Kellen estaba en la ducha, pensando qué hacer durante el día. Teniendo en cuenta que proteger a Katrina iba a ser un trabajo a mediano o incluso largo plazo, tenía que integrarse con la comunidad, ganarse su confianza y que no sospechasen de él. Lo primero sería llenar la nevera, comer en restaurantes todos los días no era una buena idea, quería mezclarse, no sobresalir. Mientras el agua le recorría, comenzó a pensar en su familia, en su bisabuela, sabía que ella siempre lo apoyaba en lo que él desidia, aunque no evitaba decirle lo que pensaba al respecto de cada idea que tenía, ella siempre había sido como una amiga, podía confiar plenamente en ella y sabía que si la llamaba pidiendo ayuda ella aceptaría. Ella era realmente una mujer increíble, sabía muchas cosas, tenía muchas habilidades y era muy modesta, no le gustaba alardear sobre nada.

   

Terminada la ducha y todo el ritual consiguiente, Kellen se abrigó lo suficiente, dejó a Athos en la cocina, aseguró todo el lugar y tomó las llaves del coche para ir al supermercado, era un viaje algo largo, para él, la comida era mucho más que combustible para el cuerpo, le gustaba experimentar, crear cosas, saborear todos los distintos sabores y una costumbre que tenía era visitar la mayor cantidad de supermercados para hacer la compra, le gustaba encontrar diferentes productos, nuevos para él, así que salió dispuesto a pasar toda la mañana de supermercado en supermercado, buscando y encontrando exquisiteces. Durante la mayor parte de la mañana se encontró hurgando más de lo necesario en los anaqueles de cada supermercado que encontró, en su coche había un aproximado de diez bolsas de distintos establecimientos, no le quedaba muy en claro si todo combinaba con todo pero estaba dispuesto a averiguarlo. 

En el tiempo que le llevó revisar el estante de los especieros en el último supermercado que decidió visitar, pudo notar que había muchas personas mirándole con curiosidad, francamente no le importaba pero, de la nada, percibió un aroma cítrico que ya había olido antes, se sintió en un ambiente familiar, muy cálido, suspiró. 

- Pensé que estaría solo más de tres días aquí-. Sacó un frasco del fondo y lo observó detenidamente, lo depositó en la canastilla y se dio la vuelta. Una chica alta, más o menos de su altura, cabello negro y largo sujetado en una coleta alta, vaqueros ajustados y una chaqueta negra de cuero le sonreía mientras llevaba sus manos a los bolsillos de la chaqueta.