Miraba con indiferencia su alrededor, tratando de buscar entre su dispersa mente las palabras adecuadas para lo que tenía que escribir.
Aun deseaba estar en su habitación recostado, sin tener el interés de levantarse, resignado a la vida que tenía. Pero sus amigos no se lo permitieron. Solo por ellos estaba ahí, tratando de escribir algo para su nuevo cliente.
Ser compositor había sido por muchos años su sueño, la cosa que más le apasionaba en el mundo. Pero todo cambio cuando su mundo se convirtió en algo más, mejor dicho en alguien más.
Ella era preciosa como un ángel, bella sonrisa, pero también era temperamental y valiente. Amable con todos, incluso con su propio enemigo. Siempre haciendo lo correcto. Conocerla fue lo mejor que le pudo pasar en su vida. Ella se convirtió en su musa. En su todo.
Una noche aquella felicidad fue empañada, en tan solo un instante todo lo que había construido a su lado se desmoronaba como una torre de naipes.
La mujer con la que quiso pasar el resto de su vida, la mujer que acepto amarlo hasta el final de sus días, estaba entre sus brazos. Con una sonrisa llena de tristeza mientras le pedía perdón por no estar a su lado como hubieran querido.
El brillo que la caracterizaba se apago, ella, a quien amaba con todo su corazón había muerto, en sus brazos, mientras el no pudo hacer nada.
Ahora estaba ahí, pensando en escribir una canción para un famoso cantante. Tan solo a petición de sus amigos que no deseaban verlo hundido en el dolor por más tiempo.
Miro por un instante aquella fotografía donde estaban los dos felices, y juntos. Por un momento se preguntó si encontraría alguna otra mujer que pudiera amar. Su respuesta fue tan fácil de contestar. No, no habría alguien más.
Sus ojos se abrieron de forma sorpresiva, y como si estuviera poseído empezó a escribir sin parar, sus ideas llegaban como gotas de lluvia, las cuales iba acomodando a su gusto, su sonrisa estaba presente al igual que pequeñas lágrimas, las cuales mojaban su rostro y el papel en donde escribía.
En verdad ella era su musa.
<...>
-Es la canción más hermosa que eh escuchado.- sonrió mientras intentaba contener las lágrimas, porque sabía a quién iba dedicada.
-Gracias, sin ella no habría podido hacerlo.- contesto con una expresión de nostalgia.
-Lo sabemos Tony.- puso su mano en el hombro del castaño. – Todos extrañamos a Stephanie.
Ambos tan solo guardaron silencio, mientras escuchaban al cantante interpretar aquella canción.
No puede haber.
¿Dónde la encontraría?
Otra mujer igual que tú.No puede haber.
Desgracia semejante.
Otra mujer igual que tú:
Con iguales emociones,
Con las expresiones que
En otra sonrisa no vería yo.Con esa mirada atenta a mi indiferencia,
Cuando me salía de la situación.Con la misma fantasía,
La capacidad de aguantar
El ritmo despiadado de mi mal humor.Otra no puede haber,
Si no existe, me la inventaré;
Parece claro que
Aún estoy envenenado de ti.
Es la cosa más evidente.Es la cosa más evidente,
Evidentemente preocupante.No, otra mujer.
No creo.