Escucho tu respiración lenta y pausada, puedo deleitarme viendo aquel hermoso rostro. Oh mi pequeño cordero, has sido puesto para ser devorado por mí.
Te quito la playera con lentitud, te siento temblar debajo de mí por lo que te acaricio el rostro en acto de calmarte, aunque tiemblas más debido a que te toco con mis manos frías.
Beso lentamente tu cuello mientras te escucho suspirar, muerdo con algo de violencia tu clavícula, un grito ahogado sale de tu boca sin embargo yo simplemente sonrió ante la marca que te he dejado, la marca que demuestra que me perteneces.
Con mis manos acaricio tu pecho y cintura, disfruto el ver aquella mirada llena de deseo, me regocijo el saber que tu mirada destila el más puro deseo. Oh mi pequeño cordero, disfrutaras siendo mío.
Beso tu pecho, paseo mi lengua sin pudor mientras te sonrojas. Eres un deleite, tu hermosura no se compara con la de los ángeles, eres tan perfecto pero de igual manera eres tan oscuro. Eres mi perfecta reina, eres el pecado hecho humano.
Escucho tu voz suplicarme, rogarme. Eso me encanta, deseo que me ruegues, me supliques, quiero que entiendas que desde tu nacimiento ya eras mío.
Te he permitido vivir como humano porque es lo que prometí, pero ahora ya es tiempo que vivas en la oscuridad a mi lado.
Disfruto cada parte de ti, como deseo romperte en este instante. Sin embargo no lo haré, tomare mi tiempo cada pedazo de cuerpo y alma para que sean míos, haré que tu existencia tenga un solo nombre.
Ahora las posiciones han cambiado, veo tu sonrojo mientras me observas desde abajo. Puedo ver el temor de fallarme, simplemente te guió, es delicioso sentir lo que me haces.
¿Cómo paso? Es la pregunta que alguna vez me hice, como un simple deseo y el obtener unas cuantas almas extras para torturar me llevo a esto. A mí, al ser que le encanta dar dolor y torturar a los pecadores que llegan a mi morada.
Como fue posible que yo siendo el torturador, se convirtió en el torturado.
No sabes las noches que pase deseando y anhelando tomarte pero no era tiempo. Quien diría que un pequeño cordero tendría la osadía de atarme.
Puedo ver tu mirada llena de deseo, siento como tiemblas. Es el momento, no dices nada y tan solo dejas que siga con mi cometido, puedo ver el dolor, pero aunque quiera adoro ver esa mueca.
Las estocadas son rápidas, ya no deseo contenerme. Tus uñas se clavan en mi espalda. Un delicioso dolor.
Y entonces el toque final.
-Steve...
Es lo que susurras. Ese es el nombre con el que me presentado.
Oh mi lindo cordero, has firmado tu sentencia.
-Steve...
Repites una vez más. Mientras acelero las embestidas y beso tu cuello.
Porque las cadenas ya han aparecido, eres mi esclavo y mi rey.
Termino dentro de ti, y tú, manchas nuestros vientres. Eres un deleite el verte jadear y entonces iniciamos de nuevo, la noche es larga y haré que jamás la olvides.
Desde ahora y por la eternidad ya eres mío.