No era la primera vez que lo hacía pero, si sería la primera vez en la que seguramente Pepper lo asesinaría de manera lenta, pero no podían culparlo, aquella junta era un suplicio tan solo después de media hora con aquellos que eran inversionistas le había provocado un terrible dolor de cabeza.
Así que hizo lo más sensato, se fue de aquella reunión y tan solo mensaje a su amiga y asistente para que se hiciera cargo de todo. Era una de esas raras oportunidades que podía hacer de turista, sin mencionar que estaba en Japón. Por lo que se tomaría el día libre, ya mañana enfrentaría lo que su amiga le quisiera hacer.
Recorrió parte de la ciudad admirando todo lo que se veía, en algún momento se desvió, dejo de ver los grandes edificios y parecía que estaba entrando a una zona tranquila sin los ruidos de coches o estar entre cientos de personas.
La zona era muy tranquila algo que en verdad apreciaba pues a pesar de que le gustaba el ruido, no podía negar que una casa en una zona así, sería algo maravilloso. De pronto detuvo su andar quedando enfrente a lo que parecía una enorme casa la cual se veía antigua pero sin perder elegancia.
No tenía idea de cómo, pero empezó a caminar hasta la puerta, la cual fue abierta y fue recibida por dos niñas de aproximadamente 12 años.
-Bienvenido. Nuestra ama lo estaba esperando.
Aquellas palabras lo hicieron mantenerse en alerta, camino hasta una pequeña habitación donde solo había una mesa con dos sillas, las niñas le pidieron sentarse y él aunque contrariado acepto. Al poco tiempo una mujer más alta que él, de cabello negro y ojos color rojo entraba.
-Bienvenido.- sonrió la mujer de manera enigmática.
-¿Gracias? Aunque quisiera decirle que solo fue casualidad el que llegara aquí.
-En este mundo no existen las casualidades, solamente lo inevitable. El conocernos era inevitable.
-Ya.- respondió el castaño con evidente sarcasmo. – Supongo que me dirás que me el destino y todas estupideces existen.
-¿Eso es lo que quieres saber?
- ......... -El castaño tan solo miro a la mujer ante su pregunta.
-Este lugar es una tienda, la cual cumple cualquier deseo. Si estás aquí, solo significa que tienes un deseo.
-No tengo ningún deseo.
-Mmmmmm...- la mujer lo miro fijamente lo cual incomodo un poco a Tony. – ¿Entonces eres feliz con lo que tienes?
-¿Por qué no habría de serlo? Tengo todo lo que cualquiera desearía.
-Pero no lo que tu deseas.
Apretó los puños sabiendo que ella tenía razón, su charla fue interrumpida con la llegada de un joven que les traía bebidas, con una leve reverencia salió de ahí. Tan solo miraba su reflejo en la bebida, mientras inconscientemente recordaba las palabras de Yinsen, quien diría que alguien más se daría cuenta.
-¿Y? Supongo que si esto es una tienda y tú cumples deseos, debo de pagarte algo ¿verdad?
-Por supuesto. El pago debe ser acorde al deseo que quieras.
-¿Si pidiera que alguien se enamorara de mí?
-Tú sabes la respuesta a aquella pregunta.- respondió con seriedad.
-Lo supuse.- sonrió de manera triste. –Supongo que un deseo como el mío, no merece ser cumplido.
-Pero puedo guiarte hasta la persona destinada para ti.
-¿Eh?
-Puedo verlo. El hilo rojo que te conecta con esa persona. Aquella que está destinada para ti.
Tony se contuvo de decir algo y tan solo la observo. Estaba asustado, no quería admitirlo pero así era, tenía miedo de saber quién era esa persona.
-Agradezco la oferta, pero no deseo saberlo.
La mujer sonrió ante su respuesta. – Si esa es tu respuesta está bien. Sin embargo no olvides que las cosas son como son, y esa persona llegara a ti. Aceptarla o no, eso dependerá de ti.
Tony tan solo asintió, se levantó de su asiento y se despidió agradeciendo la amabilidad de la mujer, prometiéndole que de alguna manera pagaría por haberla hecho perder su tiempo.
-¿El estará bien?
El joven había visto al castaño salir de la tienda, y no negaba que estaba algo preocupado por ver su semblante.
-Pronto lo estará. El entenderá que aquello que más desea siempre ha estado más cerca de lo que cree.
-¿Por qué no le dijiste eso?
-No me corresponde, además el hilo que los conecta les hará ver, lo que todos ya saben.
-¿Enserio? ¿Qué clase de persona es a la que está destinada?
-Un hombre que viene de otro tiempo.- respondió con simpleza dejando a su ayudante algo confundido.
Cuenta una leyenda oriental que las personas destinadas a conocerse están conectadas por un hilo rojo. Este hilo nunca desaparece y permanece constantemente atado a sus dedos, a pesar del tiempo y la distancia.