Estaba nervioso sentía sus manos temblar mientras sostenía aquella hoja entre sus manos, sus compañeros lo miraban expectante al igual que su madre, mejor dicho su maestra. En un principio se había sentido seguro con el cuento que había escrito pero por un momento el pánico lo inundo, respiro profundamente, pues ya había tomado una decisión.
– Hace mucho tiempo...- empezó a leer su cuento, aún estaba temeroso pero recordando uno de los consejos de su tío Clint, decidió no ver a su público y concentrarse en lo que tenía escrito. – En un reino muy lejano dos reyes que eran queridos por su pueblo, su rey era un hombre inteligente, divertido pero muy sabio. Siempre preocupándose por su pueblo y velando por su bienestar. Su reina era una hermosa mujer amable y bondadosa, la cual siempre veía el lado positivo incluso en las peores situaciones. Ambos reyes eran amados por sus súbditos y todos estaban felices de tener a unos reyes como los suyos, así pasaron algunos años hasta que los monarcas dieron una feliz noticia, la reina estaba embarazada, el pueblo festejo con algarabía la pronta llegada del joven príncipe al mundo. Todo parecía ser perfecto para este reino hasta que una fría tarde de invierno el rey se fue, dejando a la reina con un joven príncipe recién nacido. Todos los súbditos y los amigos más cercanos de los reyes estaban furiosos por como el rey había abandonado sus deberes, a su esposa y a su hijo.
-Peter basta...
El niño de 12 años miro a su progenitora quien tenía la mirada algo vidriosa, se sentía culpable por hacerle eso a la mujer que más amaba en el mundo pero lo creía necesario, ella debería saberlo.
-Pero ma... digo profesora. Aun no termino mi cuento.- había aprovechado esta oportunidad, pues en casa nunca podía mencionar a su padre, y los amigos de su mamá siempre le habían dicho que jamás debía mencionar a ese hombre.
-Es suficiente con eso.- hablo seriamente.
Peter tan solo bajo la cabeza decepcionado, por no haber cumplido con lo cometido.
-¿Por qué el rey abandono a su esposa e hijos?
Peter levanto la mirada cuando vio a su amigo Wade mirarlo con curiosidad, cosa rara en el rubio, puesto que él decía que los cuentos eran cosas ñoñas.
-Pues porque es un idiota.- expreso una molesta Wanda, a lo cual Peter le causo algo de risa, pues sabia el fanatismo de aquella niña por ese tipo de cuentos.
-Pero yo también estoy curioso por saber porque el monarca abandono a su familia.- hablo un interesado Pietro.
-Señorita Rogers, queremos saber que pasa al final.- suplico Wade.
-Por favor.- Fue la súplica que dieron todos los alumnos.
Stephanie Rogers tan solo miro a su hijo, antes de darle un asentimiento lo cual indicaba que prosiguiera con su lectura.
-La reina cuido de su pueblo y de su niño. Todos le brindaron apoyo e incluso aparecieron pretendientes dispuestos a estar con ella, pero la mujer siempre se negó, pues ella solo se interesaba en el bienestar de sus habitantes y de su hijo. El niño creció y con el crecieron las dudas acerca de su padre, pero no podía preguntar pues todo aquello que se refiriera al monarca era considerado un tema tabú e incluso había gente que hablaba de aquel hombre con desprecio. El joven príncipe se había resignado no saber de aquel hombre, hasta que un día se topó con una viajera. Todos en el reino sabían de la innata curiosidad del príncipe, quien siempre que se enteraba de la llegada de algún viajero iba a conocerlos tan solo por la dicha de escuchar sus historias. Pero su sorpresa fue enorme al descubrir que esa persona sabía dónde estaba el rey. El príncipe no dudo en ir con ella hasta donde estaba el monarca, tenía tantas preguntas pero la pregunta más importante era "¿Por qué nos dejaste?" llegaron a una cabaña que estaba situada en lo profundo del bosque, ahí había un pequeño pero lindo campo de flores y cerca de ahí estaba un lago. Antes de poder entrar a la cabaña, la viajera le hizo prometer al príncipe que no le diría a nadie, ni a su madre ni al pueblo. Pues esta había sido la última petición del rey.
